Los tres tipos de celos que puedes sentir a lo largo de tu vida (y solo uno de ellos es sano)

Los tres tipos de celos que puedes sentir a lo largo de tu vida (y solo uno de ellos es sano)

Todos hemos sentido celos alguna vez. Y quien diga que no, o es que ha tenido mucha suerte, o es que miente. El sentimiento de celos aparece, a veces, de manera inexplicable, sin que nosotros lo busquemos y suele provenir de nuestras propias inseguridades.

Al contrario de lo que muchos piensan, son una emoción totalmente natural al ser humano, pero el impacto que tenga es nuestra relación depende de si sabemos gestionarlos de una forma sana o no. Hay varios tipos de celos y no todos son iguales, porque aparecen de distinta forma y afectan a nuestros comportamientos y emociones de maneras muy diferentes. De hecho, no todos estos tipos tienen por qué ser tóxicos.

Los tres tipos de celos

Celos cognitivos

En un estudio realizado sobre este tema, se intentó medir cómo de sanos o dañinos pueden ser los celos que sentimos. Y, para ello, los participantes tenían que expresar cuán a menudo pensaban en distintas situaciones: mi pareja está viéndose con alguien en secreto; pienso que alguien puede estar detrás de mi pareja o que a mi pareja le atraiga alguien; me preocupa que a alguien le interese mi pareja de forma romántica…

Cuando solemos pensar en este tipo de cosas, nuestros celos son probablemente cognitivos y están relacionados con tener una vocecilla en nuestra cabeza que nos inflige dudas e incertidumbre sobre nuestra relación. Suele provenir de nuestras propias inseguridades o de escenarios que nos imaginamos pero que no han ocurrido.

Este tipo de celos solo nos llevará a nuestro propio sufrimiento y, con él, al de nuestra relación, creándose un ambiente de desconfianza y secretismo. De esta forma, dejaremos de tener una conexión real con nuestra pareja, porque las bases de cualquier relación sana no están: la comunicación y la confianza.

Celos del comportamiento

En el segundo experimento del estudio, volvió a medirse con qué frecuencia los sujetos hacían ciertas cosas: revisar las cosas de su pareja; llamarlo simplemente para saber si están ahí; decir algo malo sobre alguien si nuestra pareja muestra interés en él; cuestiono sus llamadas telefónicas y el dónde está a cada momento, le visito de forma inesperada para saber con quién está…

Este tipo de situaciones ocurren por los celos del comportamiento, que nos convierten en una red flag andante, porque nos convierten en posesivos y controladores. Son comportamientos tóxicos en los que necesitamos constantemente saber dónde está nuestra pareja, con quién y haciendo qué. Cuando esto ocurre, se acaba la libertad individual en la relación, y lo más normal es que el otro acabe agobiado por no tener su propio espacio.

Celos emocionales

Para la última encuesta, había que contestar si se sentían satisfechos o decepcionados ante estas situaciones: nuestra pareja comenta que otra persona es atractiva o se muestra interesado en ella; sonríe de una manera concreta a otro; alguien está intentando constantemente acercarse a nuestra pareja o esta tontea con otro; nuestra pareja abraza o besa a otra persona; trabaja de forma muy cercana con alguien…

Si nos decepcionan este tipo de actitudes, se trata de celos emocionales. Y son los únicos que, en su justa medida, pueden ser sanos, porque nos recuerdan la profundidad de nuestros sentimientos y el valor que le damos a nuestra relación. Al contrario que los tipos anteriores, estos celos provienen del amor, y son esa emoción natural que todos sentimos cuando apreciamos algo.

Puede llegar incluso a fortalecer el vínculo en la pareja, si se hablan desde una mentalidad abierta, y en conversaciones constructivas en las que acabemos reafirmando nuestros sentimientos. Pero eso solo ocurre si los gestionamos con una empatía y comprensión que nos ayuden a establecer una base sólida de confianza.

Al final, por mucho que los celos sea naturales, si derivan en paranoia y en ser posesivos, es imposible que tengamos una relación sana. Si los sentimos en algún momento, los gestionamos de la forma correcta y los hablamos de forma abierta con la persona a la que queremos, podremos solucionarlos y seguir adelante, estableciendo los límites que creamos oportunos por ambas partes. Esto es imprescindible para tener una relación sana y duradera.