La Tercera
En el debate público reciente sobre el crecimiento económico el foco ha estado puesto en la mirada hacia adentro: alegría porque la expansión del PIB el año pasado fue +0,2 por ciento y no -0,2 por ciento como se había estimado inicialmente, y también por las mejores proyecciones para este año (entre 2 y 3 por ciento). Pero si miramos hacia afuera y nos comparamos con lo que está ocurriendo en el resto del mundo, el panorama luce muy diferente. Según las cifras publicadas por el FMI la semana pasada, mientras en el período 2006-2015 el crecimiento anual promedio del mundo alcanzó un 3,7 por ciento y el de Latinoamérica y El Caribe un 3 por ciento, la expansión de Chile sobrepasó a ambos (3,9 por ciento). Pero en el período 2016-2023, en un contexto en que la expansión mundial promedio fue de 3 por ciento, tanto el crecimiento de Chile como el de la región latinoamericana apenas llegó al 1,9 por ciento. Y las proyecciones para 2024-2025 muestran proporciones similares, si bien con una expansión mundial algo inferior. Sumando y restando, hemos vuelto a ser un país del montón, lo que de cara al futuro es una muy mala noticia.
Habiendo consenso en que el potencial de crecimiento de Chile no sobrepasa el 2 por ciento anual, absolutamente insuficiente para poder mejorar la calidad de vida de los chilenos, y que por tanto urge cambiar la pendiente hacia arriba, tal como ocurrió en los denostados “30 años”, la pregunta es cómo avanzar. Más allá del tema de los permisos, llegó la hora de actuar con pragmatismo en todos los frentes, privilegiando las mejores soluciones técnicas y prácticas para poder separarnos nuevamente del rebaño. En un mundo en que las prácticas proteccionistas están instalándose con fuerza en las economías más desarrolladas, la respuesta de un país como Chile debe ser responder a ello con más apertura, abriendo nuevos mercados (India, por ejemplo), y aprovechar las ventajas que nos brindan los acuerdos de libre comercio ya suscritos con nuestros principales socios comerciales para eximirse de las restricciones que se están imponiendo. Mientras el Presidente Milei se reúne con Elon Musk y lo invita a Argentina a explotar el litio, Chile insiste en una política de estatización que deja muy pocos grados de libertad a los actores privados. Claramente el camino debe ir por otro lado, haciendo el litio concesible al igual que los otros minerales. El ámbito impositivo es otro factor fundamental donde no solo hay que mirar hacia adentro, sino que especialmente hacia afuera, por cuanto la competitividad tributaria es también un factor fundamental para lograr atraer inversiones, y en esta materia Chile ha bajado varios escalones. Y así, suma y sigue. No sigamos mirándonos el ombligo y actuemos con realismo, aprovechando las múltiples oportunidades que están a la vuelta de la esquina.
Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad UDD
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