Jaime Vásquez, el veedor de Cúcuta asesinado tras denunciar la corrupción

Una mujer coloca la fotografía del periodista Jaime Vásquez en un arreglo floral durante un homenaje en el parque Santander, en Cúcuta.

Jaime Vásquez vivía bajo la constante amenaza de perder su vida. Sus denuncias sobre la corrupción en Cúcuta, la principal ciudad colombiana en la frontera con Venezuela, lo habían convertido en un objetivo de criminales. Así lo corroboró el Estado, y desde 2022 la Unidad Nacional de Protección (UNP) le asignó un escolta. Sin embargo, el pasado domingo, sobre las nueve de la mañana, Vásquez salió solo de su casa. Había dicho a su guardaespaldas que podía quedarse descansando, asegurándole que él haría lo mismo y se quedaría en su vivienda. La salida terminó en su asesinato. Vásquez fue perseguido por una moto en las calles del barrio La Riviera, una tranquila zona de clase media alta cerca del centro de la ciudad. Cuando el parrillero se bajó del vehículo, Vásquez intentó huir. Entró a una panadería, pero recibió tres disparos que lo dejaron gravemente herido. Fue trasladado con vida a la clínica más cercana. Allí falleció.

Vásquez tenía 54 años. Nació en Bucaramanga, capital del vecino departamento de Santander, pero desde niño su familia se trasladó a Cúcuta. Allí se formó como abogado en la Universidad Santo Tomás, y luego ejerció su profesión. Hace una década, en 2014, empezó a utilizar las redes sociales, especialmente Facebook, como plataforma para exponer denuncias y así luchar contra la corrupción que aquejaba a su comunidad. Desde entonces, comenzó a ser reconocido como veedor.

Las denuncias de Jaime Vásquez

La última denuncia pública que hizo Jaime Vásquez fue un video del viernes 12 de abril, dos días antes de su asesinato. Una vez más utilizó sus redes sociales como plataforma para exponer su desconcierto. En él, antes de que apareciera su voz, sonaba una canción tropical: “¿Quién te quiere más? Porque yo te adoro”. En el video, Vásquez explica que era la canción que siempre dedicaba a la mujer que más amaba en el mundo: su hija. Ella y sus hermanos quedaron huérfanos, pues su madre y esposa de Vásquez, falleció unos años atrás, según le confirmaron a EL PAÍS amigos de la familia que prefieren mantener en reserva su identidad por temas de seguridad.

En el video, Vásquez denuncia que el Instituto Financiero para el Desarrollo de Norte de Santander, Ifinorte, había excedido sus facultades. El miércoles pasado, según él, la entidad departamental había embargado vehículos de extranjeros, en su mayoría venezolanos, en un acto que Vásquez calificó como “grave error”. Advirtió que un alcalde de Cali perdió su cargo por actuaciones similares. Como abogado, hizo hincapié en que la ley 1386 de 2010 aclara quiénes pueden realizar cobros tributarios. Cerró con una advertencia: este lunes 15 de abril tomaría medidas legales contra Ifinorte. No alcanzó a cumplir con su palabra.

Un grupo de manifestantes enciende velas en un acto de protesta por el asesinato de Jaime Vásquez.

Más allá de esa denuncia concreta, Vásquez mantenía una tensa relación con políticos locales. A principios de marzo de este año, publicó un video en el que aparecen 14 concejales de Cúcuta celebrando el cumpleaños de Carlos Eduardo García, el secretario de Educación local. En él, cuando entonaban la canción de cumpleaños, Carlos Dueñas, cabildante del Centro Democrático, cambió la letra. “Y que siga robando”, dijo, lo que provocó risas entre los presentes. Varios concejales se molestaron por la publicación, e intentaron obligar a Vásquez a eliminar el video, una solicitud a la que él se negó. Además, circuló en redes sociales otro video en el que aparece Álvaro Raad, expresidente del Concejo de Cúcuta, intentando agredir a Vásquez en las instalaciones de la Alcaldía. Era 2022 y el veedor ciudadano sumaba ya decenas de denuncias.

Manipulación

Tras el asesinato, el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, ofreció una recompensa de 50 millones de pesos (unos 13.000 dólares) por información que conduzca a capturar a los responsables del crimen. Por su parte, el alcalde Jorge Acevedo expresó su rechazo a los hechos, lamentando en su cuenta de X una muerte “como consecuencia de un acto criminal y repudiable”. También manifestó su indignación por el “silenciamiento de la voz de un veedor, fundamental en nuestra democracia”.

El periodista Tatan Mojica, director de NotiFrontera Cúcuta y quien explica que consideraba a Vásquez como “un padre para su carrera”, denunció en su cuenta de X que su mentor aparecía “en línea” en su cuenta de WhatsApp horas después de su muerte. Afirmó que “el cuadrante [los policías encargados de la seguridad de la zona] se queda con el celular de don Jaime Vásquez y la Policía lo está manipulando”. El presidente Gustavo Petro dio particular relevancia a esa denuncia. A través de su cuenta de X le pidió a la Fiscalía “la más profunda investigación que debería incluir el examen forense de la información de su celular que al parecer fue manipulado por funcionarios después de su muerte”. Por su parte, la Fiscalía anunció, con un comunicado de prensa, que dispuso “un equipo interinstitucional de la brigada de homicidios y un fiscal delegado de la Unidad Especial de Investigación para realizar todas las acciones investigativas que permitan esclarecer el crimen”.

Yesid Barragán, presidente del sindicato de la UNP llamado Asociación Sindical de Empleados de la Protección, explicó en conversación con EL PAÍS que ya interpuso una queja disciplinaria contra la entidad. En ella cuestiona que Vásquez no tuviera un escolta de relevo. “Esto ocasionó que justo en el momento de los hechos violentos, se encontrara solo”, dice Barragán.

Personas liberan globos en homenaje a Jaime Vásquez.

El asesinato de Vásquez desencadenó una marcha de protesta en la capital de Norte de Santander. Esta ciudad, uno de los epicentros del conflicto armado de Colombia, ha sufrido décadas de violencia, a pesar del acuerdo de paz firmado con las FARC en 2016. La región del Catatumbo, a pocas horas por tierra de Cúcuta, tiene una alta concentración de cultivos de coca y un entorno de inseguridad y conflicto, con choques entre grupos disidentes de las extintas FARC, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional y pandillas como el Tren de Aragua.

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