Crítica de 'Invasión': alienígenas que cantan Estopa
Crítica de 'Invasión': alienígenas que cantan Estopa
Los títulos de crédito iniciales relatan una invasión alienígena en España con viñetas del legendario Carlos Giménez y, aunque la película es en acción real, ese lenguaje, el de la pantalla dividida en viñetas, se irá manteniendo mientras uno de los personajes las va dibujando, y de tanto en tanto irán reapareciendo, alternando ocasionalmente con los fotogramas, siempre con el trazo inconfundible del historietista madrileño.
Aunque más bien podría ser una obra de teatro rodada en tres escenarios tan minimalistas como aparentemente simultáneos, a lo largo de una misma noche: en un túnel, un grupo de resistentes mantiene cautivo a un invasor, oculto tras una puerta desde la cual tarareará, a su manera extraterrestre, un clásico de Estopa (sic); en una fábrica abandonada, dos soldados acabarán demostrando que los que se pelean se desean, mientras que en una celda hay encerrados un chico y una chica, que pertenecen a facciones distintas: ella una resistente, él un colaboracionista, aunque eso tampoco impedirá algo parecido al amor. Drama gay, drama hetero, pacifismo y algún que otro problema que no es de este mundo. La invasión más rara desde Extraterrestre, de Nacho Vigalondo. Aquella, sin embargo, era hilarante.
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