La UEFA no se entera de lo que va a ser Lamine Yamal
Lamine Yamal avanza con el balón tras sentar a Pongracic
España comienza la Eurocopa mandando un triple aviso. A sus rivales, a sus seguidores y a la UEFA. De los tres destinatarios, sus rivales son quienes menos lo necesitan. Las 23 selecciones saben que somos mal cliente para tenernos enfrente. Las mejores estaban inscritas en esa monserga de torneo que se ha inventado la UEFA para recaudar más pasta a costa de la salud de los futbolistas, la Nations League, y los que ganamos el título hace un año y dos días fuimos nosotros, precisamente ante Croacia. Será una competición fallida, pero ya puestos Francia, Inglaterra, Alemania, Portugal, Holanda, Italia, Bélgica y Holanda también querían ganarla.
El mensaje a la legión de seguidores que hasta las 17:59 no se había subido al tren en marcha de este equipo fue tan contundente como el marcador: hay que confiar. Llegaremos más o menos lejos, pero por el camino vamos a divertirnos porque van y van para arriba. Una España vertical, directa siempre, agresiva en la presión y con variedad de registros. Que no especula porque no quiere o tal vez porque no sabe, pues en la segunda parte el partido se convirtió en un correcalles que los de De la Fuente no supieron parar. Pero una España entretenida, y puestos a irnos a casa, mejor que sea intentando unos contra uno de Lamine Yamal y de Nico Williams como flechas hacia la portería rival que con el parabrisas encendido y pegando mil pases a ninguna parte.
El último mensaje que mandó la selección española fue para la UEFA. Para presentar en redes sociales esta edición de la Eurocopa las mentes pensantes del fútbol europeo eligieron a ocho futbolistas representativos de otras tantas selecciones. Allí estaban De Bruyne (Bélgica), Mbappé (Francia), Bellingham (Inglaterra), Modric (Croacia), Van Dijk (Holanda), Musiala (Alemania), Leao (Portugal) y Barella (Italia). ¿Dónde coño estaba España? Son todos grandes futbolistas, sí, pero dudo que alguno de estos tres últimos tenga por delante el porvenir de un Lamine que ayer, con 16 años, 11 meses y dos días, se convirtió en el futbolista más joven en jugar este torneo nunca. Un chaval que va como un Ferrari. Un futbolista generacional llamado a romper muchos récords. Y que juega para él la única selección junto a Alemania que ha ganado tres veces la Eurocopa.
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