Especialista explica cómo cambiar un hábito puede transformar su comportamiento
Un hábito siempre es producto de una elección que se toma deliberadamente en algún momento.
La clave radica, segúnCharles Duhigg, encambiar la rutina y conservar la recompensa.
En una entrevista reciente, Charles Duhigg, ganador del premio Pulitzer, columnista de ‘The New Yorker’ y autor del bestseller ‘El poder de los hábitos’, compartió su visión sobre cómo los pequeños cambios en los hábitos pueden llevar a transformaciones significativas en el comportamiento.
Su libro, que permaneció en las listas de los más vendidos de ‘The New York Times’ por más de tres años, se basa en su investigación sobre la psicología y neurología detrás de los hábitos cotidianos.
Duhigg, graduado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Yale, descubrió el impacto que los hábitos pueden tener en la vida de manera fortuita mientras cubría un reportaje en Irak. Observó cómo la eliminación de puestos de comida en una plaza redujo significativamente los disturbios violentos. Este incidente le mostró cómo un cambio de hábitos puede alterar radicalmente el comportamiento colectivo.
“Los hábitos siempre son producto de una elección que tomamos deliberadamente en algún momento”, explica Duhigg. Sin embargo, con el tiempo, estas decisiones se vuelven automáticas, permitiendo que el cerebro conserve energía al no tener que tomar la decisión conscientemente cada vez.
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Neurológicamente, un hábito es una fórmula que el cerebro sigue automáticamente. iStock
El especialista enfatiza que los hábitos nunca desaparecen del todo; están codificados en las estructuras del cerebro, lo que puede hacer que cambiarlos sea desafiante.
A pesar de esto, Duhigg asegura que es posible modificar los hábitos al comprender el ciclo de señal-rutina-recompensa en el que operan. Por ejemplo, al reemplazar la rutina de comer una galleta por la tarde con una actividad que brinde una recompensa similar, como socializar con amigos, podemos cambiar un hábito no deseado por uno más saludable.
“Si debiéramos pensar cómo llegar al trabajo cada mañana o en dónde está cada letra del teclado no tendríamos tiempo para crear o inventar. Nuestro cerebro ahorra energía gracias a los hábitos para hacernos la vida posible. Lo que sí podemos hacer es que esas rutinas se modifiquen con hábitos más adecuados hacia lo que preferimos”, contó.
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Además, el experto destaca la importancia de las rutinas en la creación de nuevos hábitos. Propone establecer una señal simple y una recompensa deseada para hacer que el nuevo hábito sea automático.
“Por ejemplo, si deseo empezar a correr por las mañanas, necesito producir una señal sencilla que funcione de disparador para la práctica, por ejemplo, puedo dejar la ropa adecuada para la actividad física lista, o calzarme las zapatillas al salir de la cama. Y luego, pensar en una recompensa: me tomaré una ducha más larga, me haré mi jugo favorito, llegué a la meta que me propuse. Pero ambas cosas no son la solución. Se necesita que el cerebro empiece a esperar la recompensa, de tal modo que todo el proceso se convierta en automático. La clave para el cambio de un hábito es mantener la señal, cambiar la rutina y conservar la recompensa”, indica.
También aborda cómo el mundo digital ha transformado los hábitos, sugiriendo que las aplicaciones y dispositivos pueden servir como herramientas útiles para monitorear los comportamientos y reforzar cambios positivos.
“Las aplicaciones son grandes aliados. Cualquier cosa que hagas que te ayude a medir y a reconocer lo que está pasando lo es. Para mucha gente saber cuánto se ha movido o qué actividades ha logrado es un modo digital de crear un sistema de recompensas”, concluye.
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*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de La Nación, y contó con la revisión de la periodista y un editor.