El sistema de crédito gota a gota*
Salomón Kalmanovitz Columnista El Espectador
La mayor parte de la población colombiana sobrevive en la informalidad. 58 % de los ciudadanos no conocen los contratos de trabajo, no están sujetos a la legislación laboral, sus empleadores no ofrecen protección social ni cumplen con el pago de impuestos. Sus trabajadores no están afiliados a sistemas de salud, no reciben prestaciones sociales ni ahorran para recibir una pensión al término de sus vidas laborales.
Las necesidades de crédito de esta población son atendidas por prestamistas informales que generalmente extienden obligaciones de corto plazo con tasas de interés muy elevadas de entre 10 y 20 % mensuales. El sistema financiero no les abre sus puertas por carecer de fuentes regulares de ingresos comprobables ni contar con fiadores que garanticen sus obligaciones.
El crédito otorgado en pequeños montos y a plazos reducidos conforma el pilar del sistema conocido como “gota a gota” que prevalece en la economía informal de Colombia. El sistema se corresponde con lo que se entiende como usura, que se formaba en los intersticios de la economía precapitalista. En esos tiempos la usura, al igual que el comercio, fueron considerados inmorales y eran prohibidos por ley, especialmente para los cristianos, lo que condujo a que fueran las minorías marginadas las que asumieron la práctica, en particular judíos y musulmanes, lo que favoreció el enriquecimiento de algunos de ellos.
La práctica de la usura era considerada explotadora y depredadora, sinónimo de codicia. Frecuentemente, la ira de los afectados tomaba ribetes violentos contra sus establecimientos comerciales y casas de cambio. Tanto Dante Alighieri como William Shakespeare inmortalizaron en sus obras la figura siniestra del prestamista. El primero con Gerión, que arde en el segundo abismo, y, en el segundo, con Shylock, que exige como colateral un pedazo de carne del prestatario.
Mientras que en el sistema financiero la tasa de interés surge de la interacción entre demanda y oferta de fondos prestables, en el sistema gota a gota depende de la necesidad del prestatario y de la cercanía del prestamista por lazos de parentesco, de amistad o de vecindario. Por la falta de garantías, la tasa de interés es muy elevada y los métodos de cobranza pueden resultar violentos en caso de mora.
La administración Petro lanzó la estrategia de inclusión crediticia “CREO, un crédito para conocernos”. “Para ello se activarán por parte de los bancos de segundo piso y los fondos de garantías estatales un paquete de servicios que permitirán apalancar créditos incluyentes con condiciones favorables a la Economía Popular (sic). Estos servicios tienen como propósito reemplazar las fuentes informales de financiación, como el “gota a gota” y potenciar el desarrollo y bienestar financiero de las unidades productivas de este sector de la economía”.
“Con esta estrategia se espera atender las necesidades de financiación de esta población al otorgar un millón de créditos por primera vez en el cuatrienio. El primer paquete de incentivos tiene como meta originar 100.000 créditos en 2023 y 300.000 anuales en los próximos tres años, incorpora fondeo concesional con una compensación de la tasa de interés final del deudor, garantías con cobertura del 70% y abono a capital para premiar el buen comportamiento de los deudores”.
El sistema de crédito gota a gota es, sin embargo, mucho más extenso, fuera de alcance del gobierno que nunca podrá atender una población de 29 millones de personas.
*Este texto toma elementos de un estudio que elaboramos Edwin López, Olga Manrique y mi persona para la Asobancaria.