Jaime Lozano pone a prueba la impaciencia de la Federación Mexicana de Fútbol
Jaime Lozano, entrenador de México, durante el partido contra Venezuela, este miércoles en California.
La guillotina siempre ha recaído sobre el entrenador de la selección mexicana, quien tiene una silla que quema. Después, claro, los culpables son los futbolistas. A esta narrativa universal se le suma el factor de la Federación Mexicana de Fútbol como autora intelectual de los males que aquejan actualmente al equipo nacional. México necesita un solo resultado este domingo: ganar. Si pierde o empata contra Ecuador (18.00 horas), quedará eliminado de la Copa América, torneo que ha padecido. De acuerdo con el modelo estadístico de EL PAÍS, Ecuador tiene un 70% de pasar de ronda, frente a un 30% de los mexicanos.
México es un caso excepcional en el mundo. La principal televisora del país, Televisa, gestiona el futuro de toda la Federación Mexicana de Fútbol (FMF). El presidente comisionado, Juan Carlos Rodríguez, trabajó en la empresa en Univisión Deportes. Su antecesor, Yon de Luisa, también fue empleado de Televisa. Las decisiones han pasado por el despacho de la familia Azcárraga y luego a través de la Asamblea de Dueños de los clubes de la Liga MX. Lo que se haga en la FMF repercute en la Liga.
Un formato perjudicial para los procesos
Las decisiones que han hecho un camino turbulento para el fútbol mexicano comenzaron en 1996-97, cuando los dirigentes impulsaron los torneos cortos, es decir, partir una temporada en dos campeonatos. Fue un boom para la televisión por el espectáculo de tener un formato de eliminación. De acuerdo con la propia Televisa, la final jugada en diciembre de 2023 registró 14,9 millones de televidentes. El formato, sin embargo, apresura los procesos de los entrenadores, quienes en menos de 17 fechas deben ganar a toda costa para clasificar a la liguilla. Eso, a su vez, aparta a la formación de jóvenes. Cuatro de cada 10 jóvenes que debutan solo juegan en su primer partido, según los datos que ofrecieron este mes.
Entre 2005 y 2011, impulsaron una regla para obligar a los clubes a debutar futbolistas. Ahí emergieron figuras como Javier Chicharito Hernández, Andrés Guardado o Héctor Herrera. El problema, han insistido los dirigentes, es la falta de continuidad de los futbolistas. Nueve de cada 10 debutantes no vuelven a tener actividad en el torneo siguiente. Antes de que comenzara la Copa América, los dueños anunciaron una nueva regla para solucionar el problema: obligar a los clubes a poner jóvenes 1.000 minutos durante un torneo, un aumento del 142% y que será gradual.
Jorge Sánchez, lateral mexicano, durante el partido contra Venezuela, en Copa América.
Un embudo en Primera División
El tema de los jóvenes resulta una paradoja porque los dirigentes tienen una estructura potente para los juveniles con categorías de 15, 17, 18, 19, 20 y 23 años, donde se foguean los nuevos talentos. El problema es que se hace un embudo en Primera División explicado, en mayor parte, por los futbolistas extranjeros. Cada equipo puede tener a nueve foráneos en la plantilla y siete en la alineación, más de la mitad.
A ese cóctel de factores se sumó la desaparición del ascenso y descenso desde marzo de 2018. Con la pandemia se paralizó toda subida y caída de Primera División a Segunda. El cual permitió a los clubes tener un poco más de tranquilidad porque su inversión no se vería afectada si eran últimos en la clasificación. El único castigo que se impone a los tres clubes del fondo es una multa económica que va de los 33 a los 80 millones de pesos.
Jaime Lozano, entrenador que ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio, ha tenido que entrar en una rueda complicada. Ha apagado algunos incendios, como el de ganar la Copa Oro el año pasado, y el de empezar el cambio generacional que debía hacerse una década atrás. En su currículum quedará la decisión de dejar fuera de una Copa América a Guillermo Ochoa, Raúl Jiménez y a Hirving Lozano para impulsar a los jóvenes que reclamaban un lugar. Aún con los últimos tres mencionados, al Tri no le fue nada bien. En el Mundial de Qatar fueron eliminados durante la primera fase.
Sequía de gol
Lozano ha hecho que el equipo funcione, que juegue bien, que tenga cierta estabilidad, misma que se pierde cuando comienza la falta de puntería. El mayor problema que ha tenido es que su línea defensiva esté conectada al 100%, pero ha sufrido la lesión de César Montes y las constantes fallas de Jorge Sánchez por la lateral derecha, a quien intentó cambiar en la Copa Oro de 2023 por Julián Araujo, pero la jugada tampoco le funcionó. En el centro del campo perdió a su mejor hombre, Edson Álvarez, por una lesión muscular en el debut.
Las alegrías mexicanas están en el medio campo con Carlos Rodríguez y Luis Chávez, mismos que han pecado por su falta de gol en momentos importantes. En la delantera sigue esperando que el tridente Julián Quiñones, Santi Giménez y Uriel Antuna funcione. En dos partidos solo han anotado un gol, del defensa lateral Gerardo Arteaga.
En mayo pasado, Dulio Davino, director deportivo de las selecciones nacionales de México, intentó blindar a Lozano en el banquillo previo a cualquier mal resultado en Copa América. “Lo voy a decir de una manera clara, contundente, y espero no tener que repetirla, Jaime Lozano es el entrenador en el que confiamos para dirigir en el Mundial del 2026″. Estos días, previo al juego contra Ecuador, la prensa mexicana ha filtrado las dudas de los dirigentes. La palabra de la Federación está también en juego.
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