Crítica de 'Fancy Dance': Lily Gladstone sigue descubriéndonos el mundo indígena americano con mucha sensibilidad
Crítica de 'Fancy Dance': Lily Gladstone sigue descubriéndonos el mundo indígena americano con mucha sensibilidad
Kelly Reichardt se dio cuenta primero de la fuerza de su mirada, de que su simple presencia, sin palabras, llenaba toda la pantalla. En Certain Women (2016), Lily Gladstone era un potente imán. Una mirada profunda detrás de la que se intuía mucho dolor, justo lo que necesitaban Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio para su Mollie Burkhart en Los asesinos de la luna (2023). La actriz lleva sobre sus hombros el legado de un pueblo maltratado y ahora vuelca todo eso en cada nuevo proyecto que cree necesario, como esta historia de la debutante Erica Tremblay, en el que Gladstone es una mujer poco habitual dentro de la reserva nativa de Oklahoma. Denuncian la desaparición de las mujeres allí, poco investigada, y se erige como protectora de su sobrina lanzándose a un roadtrip de descubrimiento personal y colectivo.
Un viaje de descubrimiento de las tradiciones luminosas del pueblo indígena americano, como los powwows, sus bailes sagrados, o el ritual de la primera regla; pero también el triste hallazgo de cómo todo eso sigue siendo excusa para arrinconarlas en una sociedad que no las mira… o no las miraba. Gracias a Lily Gladstone y filmes con la sensibilidad de Fancy Dance quizá empecemos a hacerlo como deberíamos.
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