Podemos copia la estrategia de su irrupción y Montero emula a Iglesias para vengarse de Yolanda Díaz
Irene Montero y Ione Belarra, en el acto de Podemos en Madrid, el sábado.
Ironías de la vida. A un mes de cumplirse el décimo aniversario del nacimiento de Podemos, el partido ha retrocedido a la estrategia de 2014, en un volver a empezar desde la precariedad y la urgente necesidad para jugárselo todo a una carta. Hoy, como entonces, los morados dilucidarán su futuro presentándose en solitario a las elecciones europeas del próximo 9 de junio y lo harán, como aquella vez en 2014, desafiando a otra fuerza que es hegemónica en su espacio y que les ha hecho de menos. Por entonces el caudal político descansaba sobre las espaldas de Pablo Iglesias. Ahora lo hace sobre las de Irene Montero, pareja del líder emérito de Podemos. La ex ministra de Igualdad emula a partir de ahora su camino y busca cobrarse su particular venganza con Yolanda Díaz.
La concurrencia de Podemos por sí mismo a las elecciones europeas, anunciada ayer por Ione Belarra, significa ante todo librar una batalla de alto voltaje contra Sumar. Una competición en la que morados y fucsias medirán por primera vez sus votos en un duelo directo y de ámbito nacional. El objetivo es poner en números cuánto pesa cada organización e impugnar la hegemonía del espacio alternativo al PSOE que hoy en día lideran Díaz y sus aliados con Sumar. Primero para sobrevivir como partido y ya se verá si también con vistas a una hipotética alianza donde los equilibrios y los puestos se inviertan en unas próximas generales donde ir separados se vea como suicida.
Podemos va a esa disputa con todo lo que tiene y ha postulado a Irene Montero como cabeza de lista. Ayer Belarra hizo la puesta en escena de pedírselo en público y ella, a continuación, representó aceptar el desafío ante el fervor de más de 600 simpatizantes reunidos en Madrid. «Querida Ione, creo que hacemos un buen equipo. Te doy las gracias por confiar en mí hoy y siempre y te respondo que sí», dijo para asumir su nuevo papel -que será oficial cuando se convoquen unas primarias de trámite-, que afrontará «con las razones y la esperanza intactas».
El Podemos de 2014 y el de 2024 afrontarán vidas paralelas por los desafíos, las estrategias y las causas. Anteriormente ya se han repasado algunas similitudes pero faltan otras más. Podemos nunca habría existido como partido si Izquierda Unida (IU) hubiera aceptado que el profesor Iglesias, entonces un pujante tertuliano de televisión, hubiera sido cabeza de lista a las europeas. El líder de IU, Cayo Lara, rechazó la oferta y mantuvo a Willy Meyer como cabeza de cartel y aunque le ofreció otros puestos en la candidatura, la situación derivó en que el grupo de promotores de Podemos consideró que era imposible una refundación de IU y que había que lanzar otro partido. IU sacó seis escaños por cinco de Podemos y sólo 300.000 votos más. Fue la irrupción eléctrica de Iglesias.
Espacio de la izquierda
No está claro qué hubiera pasado si Sumar no hubiera rechazado a Irene Montero en las listas de las elecciones generales del pasado mes de julio, pero desde luego que al menos le habría puesto más difícil a Podemos romper la coalición y volar en solitario, como decidió ejecutar la semana pasada. Los morados exhibieron agravios como el de Montero y otros más -no tener portavoces o ser ninguneados- para dar el portazo.
En todo caso, a nadie se le escapa que la unidad a palos que se consiguió para las elecciones generales fue sólo una salida de conveniencia y no una relación amistosa con unos mínimos. Demasiadas cicatrices en las espaldas y moratones en las caras como para no acumular ganas de venganza. Hace dos años que Podemos declaraba la guerra a Díaz y que luchaba contra ella para mantener su estatus de primera fuerza del espacio. Pero perdió la batalla y su rol, y ahora sólo estamos ante una estrategia para recuperarla. Como pasó con Podemos en 2014, que aprovechó que las europeas eran un terreno propicio para desafiar a IU. La tesis verbalizada el martes por Iglesias es muy clara: «Se van a repartir cartas nuevas». Esas cartas son para jugar otra partida en el espacio de la izquierda.
Como las elecciones europeas tienen circunscripción única son perfectas para medirse con Sumar sin poner en riesgo que haya gobiernos que caigan en manos de la derecha. Todos los votos pesan lo mismo en toda España y cuentan para un reparto de escaños proporcional puro, sin distorsiones provinciales. De ahí que la expectativa de Podemos pueda ser incluso de dos o tres escaños si la participación es baja y consigue movilizar a sus simpatizantes.
El discurso con el que Montero y Belarra plantan cara a Sumar recuerda en algo al de 2014 respecto a la conformidad y falta de ambición de las que acusaban a IU. Declararon la importancia de los morados para hablar sin «tibieza», para no conformarse con las «migajas» y para no claudicar ante los consensos del «social-liberalismo». «Necesitamos claridad ideológica y una profunda claridad ética y moral». «No vamos a callar».