Cumbre de diademas en Ámsterdam: Letizia con la Rusa, Máxima con la Stuart y la princesa Amalia con la pavo real de rubíes
Como es costumbre durante los viajes de Estado, los reyes Guillermo Alejandro y Máxima, Willy y Max para el matrimonio regio español, han ofrecido esta tarde una cena de gala en honor de los reyes Felipe y Letizia en el Palacio Real de Ámsterdam, un chalecito si lo comparamos con el de Madrid.
Para este su primer viaje de Estado de 2024, la reina Letizia se ha tocado con la diadema Rusa. Con esta elección ha evitado homenajear a su suegra, la reina Sofía, quien cuando en el pasado visitó a las reinas Juliana y Beatriz (en 1980 y 2001 respectivamente) eligió la Floral y la Mellerio. La Rusa fue elaborada por el diamantista español Francisco Marzo en 1886, mismo año del nacimiento de Alfonso XIII, para la reina regente y consorte viuda del rey Alfonso XII, María Cristina de Austria. Está diseñada con una sucesión de lágrimas invertidas decrecientes –desde el centro hacia los extremos– que florecen de un jazmín y se tocan en la parte superior mediante un calco de la misma flor, aunque desprendiéndose de un pétalo. La joya, confeccionada en platino, diamantes y perlas, es conocida con este nombre por su silueta, relativamente similar a la de los tocados tradicionales de las campesinas rusas llamados kokoshnik.
Pese a su fama de pesetera, la regente apodada por el pueblo como Doña Virtudes, compuso un cofre importante que a su muerte en 1929 se repartió, según su antojo, entre su hijo y sus nietos (la austriaca sobrevivió a sus dos hijas, María de las Mercedes y María Teresa, quienes habían fallecido en 1904 y 1912 respectivamente). Entre otras piezas, a Bubi, como llamaba la finada al rey Alfonso, le tocó este sombrero que no volvió a ver la luz hasta que seis años después, ya en el exilio romano, el autocoronado rey en paro se la regaló a María de las Mercedes de Borbón y Orleans tras aceptar la mano de su hijo y heredero, Juan de Borbón y Battenberg, príncipe de Asturias. Después de la muerte de su madre en 2000, la heredó el rey Juan Carlos I.
La reina Letizia en Holanda.
La reina Máxima, consciente de la importancia de la excursión de los únicos reyes con los que comparte lengua materna, se ha decantado por la Stuart tiara, o diadema Estuardo. Un adorno un poquito más joven que la diadema de Letizia. Fue realizada en 1897 para la proclamación de la reina Guillermina y presume, en el centro, del gran diamante Estuardo de casi 40 quilates que perteneció a los reyes Guillermo III y María II de Inglaterra. La reina Juliana, hija de Guillermina, lució la joya en numerosas ocasiones, sin embargo, su hija, la reina (ahora princesa) Beatriz nunca la presumió.
La princesa Amalia, heredera del trono que ocupa su padre, ha elegido para su debut en un ágape de estas características diplomáticas, la diadema pavo real de rubíes. Fue encargada por la reina Guillermina a la firma alemana Eduard Schürmann & Co en 1897 con unos rubíes que se creen que pertenecieron a la reina consorte Sofía, primera esposa del rey Guillermo III de Holanda, padre de Guillermina. El conjunto, la tiara forma parte de un aderezo que cuenta también con collar y alfiler, de estética art nouveau está inspirado en la cola abierta de un pavo real. En la década de los cincuenta del siglo pasado, Guillermina, que había abdicado en 1948, le regaló estas versátiles piezas a su nieta, la princesa Irene, tía abuela de Amalia, aunque con los años volvieron a adornar, poco a poco, a las reinas Beatriz y Máxima; por lo que es más que probable que ahora formen parte de la Fundación Orange-Nassau a la que pertenecen (por un tema de impuestos) los tesoros de la familia real neerlandesa. La princesa de Orange se tocó con la diadema durante el festín que los reyes Abdullah II y Rania de Jordania convocaron para celebrar la unión de su heredero Hussein bin Al Abdalá con Rajwa Al Saif y en el enlace del príncipe Ferdinand zu Schwarzenberg y Marie Friling, ambas acontecidos, respectivamente, en junio y julio del pasado año. Resultó curioso que Amalia repitiese tocado teniendo en cuenta que el cofre de la dinastía.
La princesa Amalia en la cena de gala en honor de los reyes Felipe y Letizia.
La reina madre ha adornado su complicado moldeado con la diadema bandeau que su bisabuela, la reina Emma de Waldeck-Pyrmont, recibió como regalo del pueblo holandés cuando contrajo matrimonio con Guillermo III en 1879. Un collar riviere, en origen, confeccionado por el joyero de la corte Josephus Jitta que pasó de contar con 34 diamantes a 27 cuando se reinventó en bandeau. Fue la diadema que la reina Juliana, madre de Beatriz, eligió cuando recibió en su palacio a los reyes Juan Carlos y Sofía en 1980.
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