Conozca el tipo de suelo de su jardín y cómo mejorarlo
¿Qué contiene? Lo ideal es una mezcla de suelo arcilloso y arenoso.
Nuestras plantas en el jardín solo necesitan realmente una cosa para crecer bien: un suelo que las favorezca. Así, eventualmente, también habrá que regarlas y abonarlas menos.
No hace falta remover todo el jardín para saber qué tipo de suelo se está “labrando”. Pero vale la pena estar al tanto.
Pero: ¿qué tipo de suelo tiene mi jardín?
Esto puede notarse. Tome un poco de tierra ligeramente húmeda en la mano y hágala rodar hacia delante y hacia atrás, aconseja el Centro Federal de Información Agrícola (BZL).
Si puede palpar los granos individuales y ve que esta muestra de tierra no es maleable, sino que una bolita directamente vuelve a desintegrarse, se trata de tierra arenosa.
En cambio, en el limo no se ven ni se sienten los granos, al igual que en la harina. Y posee una superficie rugosa que apenas se pega a las manos.
El suelo arcilloso gredoso, en cambio, se adhiere a las manos. Resulta fácil de moldear e incluso de extender con un rodillo. Su superficie es lisa y brillante.
Frecuentemente estos tres tipos de suelo no se encuentran en una forma pura, sino que existen combinaciones de diversos grados. Uno puede alegrarse cuando dispone de suelo arcilloso-arenoso en el jardín, ya que dispondrá de las ventajas de ambas variedades.
Pero también con los otros tipos de suelo puede trabajarse bien e incluso mejorarlos. Esto puede realizarse de la siguiente manera:
Tengo un suelo arenoso. ¿Qué significa esto?
“Cultivar un huerto con suelo arenoso es más agradable que con un suelo pesado, arcilloso y pegajoso. Sobre todo, escardar es más fácil”, explica Isabelle Van Groeningen, directora de la escuela de jardinería de la Real Academia de Jardinería de Berlín.
“Frecuentemente se pueden arrancar incluso los dientes de león con sus largas raíces, sin más. En suelos pesados, hay que usar una horquilla excavadora”, indica.
Según el BZL, los suelos arenosos también presentan buena aireación, se calientan rápidamente en primavera y las plantas pueden extender sus raíces con facilidad.
Pero los suelos arenosos guardan peor que otros suelos los nutrientes y el agua. Por lo tanto, aquí crecen mejor las plantas que soportan bien la sequedad y necesitan pocos nutrientes. O hay que abonar y regar más, sobre todo en periodos secos.
Van Groeningen y el BZL aconsejan otra alternativa: introducir el compost. Esto aumenta la capacidad de almacenamiento de agua y los aditivos nutritivos se liberan uniformemente.
“También se puede añadir un poco de bentonita para mejorar la estructura del suelo y aumentar la capacidad de almacenamiento de agua”, detalla Van Groeningen.
O se puede plantar un abono verde. La mostaza, los altramuces o la phacelia se siembran a finales de verano. Devuelven nutrientes al suelo y lo abastecen tan bien que otras plantas se desarrollarán mejor allí al año siguiente.
Tengo un suelo arcilloso pesado: ¿qué puedo hacer?
Son lo contrario de los suelos arenosos. Almacenan bien el agua y los nutrientes y son considerados como más fértiles.
“Los suelos arenosos tienen partículas más grandes, por lo que el agua encuentra más rápidamente un camino a través de la estructura. En cambio, en los suelos pesados, estos pequeños espacios entre partículas individuales son mucho más estrechos”, explica Isabelle Van Groeningen.
“El agua se abre paso mucho más lentamente, lo que significa que más humedad permanece en el suelo y está disponible para las plantas”.
Sin embargo, esto también significa que los suelos arcillosos están menos aireados y es más probable que se acumule humedad, algo que muchas plantas no pueden tolerar. Por esta razón, los suelos pesados no deben ser trabajados durante un largo periodo de lluvia. “Entonces los compactas aún más”, advierte Van Groeningen.
Asimismo los suelos arcillosos pueden mejorarse, y también en este caso la solución es el compost. Este favorece a los organismos del suelo que combinan las pequeñas partículas de tierra en trozos más grandes.
Cuantos más haya, más cavidades se forman entre los trozos. Esto mejora la aireación y el calentamiento. El agua también puede drenarse más fácilmente a través de las nuevas cavidades.
Isabelle Van Groeningen, en cambio, desaconseja algo que se sugiere con frecuencia: “También conozco jardineros que mezclan arena o grava fina, pero eso supone un gran esfuerzo y mucho trabajo”.
Otra cosa a tener en cuenta es que, mientras que la arena es como un exfoliante reconfortante para la piel y la jardinería que deja “una piel suave y agradable”, “las partículas de la tierra arcillosa son esquinadas y angulosas”, explica Van Groeningen.
“Causan muchas heridas microscópicas en las manos al trabajar en el jardín. No se ve sangre, pero la piel se desgarra. Cuando después te pones la ropa, notas que la tela se pega con facilidad. Si se trabaja mucho en el jardín, es desagradable, por lo que mi consejo es usar guantes”, apunta la experta.
dpa
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