Una ventana hacia 2026
Luis Carvajal Columnista opinión El Espectador
Al cumplirse dos años de elegido el actual gobierno, la encuesta de Invamer hace posible un análisis del clima de opinión y prefigura las tendencias que observaremos hasta 2026.
Un primer aspecto para considerar es el desplazamiento de importantes sectores que votaron por un candidato de izquierda hacia el centro y la derecha, como lo había registrado la encuesta de cultura política del DANE. Al presidente, el 69 % de colombianos que creen que las cosas están empeorando no le copia, y solo un 32 % aprueba su gestión. La encuesta indica, con precisión, los sectores y lugares en los que viene perdiendo aprobación.
Los electores extraviados de Petro, comparados con agosto de 2022, se encuentran, salvo Cartagena, en todas las capitales medidas. En Bogotá, donde su aprobación pasó de 58,4 a 35 %; en Barranquilla, donde cayó desde 59 % a 34 %; en Medellín desde 47 % a 21 %; en Cali desde 62 % a 32 %. En términos de edad el desencanto también se deja medir: en la población de 18 a 24 años cayó desde 68,4 % hasta 42 %, de 25 a 34 desde 43,3 % a 35 % y de 55 o más desde 44,8 % a 29 %. En Bucaramanga se observa un hecho más notable: el alcalde, quien ganó con un 34 %, tiene ahora un “inexplicable” 72 % de aprobación.
Alcaldes y gobernadores no acusan el mismo desgaste del presidente, pero entre todos los medidos el de Bucaramanga muestra un desempeño que solo se puede adjudicar al periodo de polarización que vivimos y se mantendrá hasta 2026. En su ciudad se perciben los mismos problemas -comenzando por la inseguridad- de otras ciudades, pero mientras los demás gobernantes regionales han sido más o menos conciliadores ante el discurso confrontador del presidente –ante los temores y rigores en la aplicación del presupuesto-, el alcalde de Bucaramanga se ha venido convirtiendo en antípoda, en un país en que la oposición solo funciona en las narrativas presidenciales pero solo parcial y fugazmente en un Congreso señalado da haber sido cooptado por el gobierno.
Mientras el proyecto de reforma a la salud “fracasó”, el sector viene siendo estatizado por la puerta de atrás; se le ha aprobado una inédita reforma tributaria y otras de gran calado, como la pensional. La reforma a la educación solo pudo fracasar por incoherencias al interior del propio gobierno. Estos hechos, más que narrativas, le han permitido al ministro Velasco adjudicarse éxito en su gestión. ¿Dónde están el control político y la oposición reales?
El presidente, más ocupado en su propia reelección o la de uno de sus copartidarios que en hacer un buen gobierno, como lo identifica un 62 % de encuestados y un 67 % que piensa que para ello quiere cambiar la constitución, sigue centrado en su núcleo duro de electores. Seguramente considera que, si la calle pudo llevarlo al gobierno, le mantendrá a él o a sus amigos después de 2026. No le interesa constituir una mayoría sino un movimiento que grite muy fuerte. Una acumulación de grupos, intereses y minorías que se impongan -independientemente del método- sobre el resto de la sociedad.
Como están las cosas en 2026 el proceso electoral estará viciado por la intimidación y amenaza de una insurrección. En esas circunstancias el único acuerdo posible que se observa, de cara a 2026, es uno de mínimos sobre el respeto de las reglas democráticas. De no ocurrir nos espera un debate entre unas instituciones debilitadas y una turba desbocada. Una reedición, corregida y aumentada, de la calle de 2021 contra unas mayorías que tendrán dificultades para expresarse en las urnas. Garrote, palo y piedra. Primeras líneas, guardias, grupos armados en trance de desmovilizarse, etc., contra una opinión intimidada y arrollada.
Posdata: Cosas del populismo. Un dictador fabulando que le quieren propinar otro golpe. Luego de utilizar la matriz de opinión sobre un supuesto golpe durante de 20 años de dictadura, Maduro ha insistido en que quieren darle otro, en otras “elecciones” que se han organizado siguiendo sus reglas y en las que quien le sirve un tinto a María Corina es encarcelado o sancionado.
Pero lo del presidente de Bolivia es de otro nivel: ante el desgaste de las narrativas de golpe le pidió a uno de sus generales -así lo afirma el general- con amagar para dar uno y así reconquistar la opinión. ¿Dónde estarán los límites de la manipulación?
@herejesyluis