Un Wembanyama de época complica la vida a los Nuggets de Jokic

En el Oeste es imposible dar nada por sentado. La victoria de los Nuggets ante los Timberwolves en Colorado parecía sentenciar el liderato a favor del vigente campeón, pero nadie contaba con Victor Wembanyama. Los Spurs, sin nada que perder, decidieron jugárselo todo a dos jornadas para el final para darse una alegría, a ellos mismos y a su público, en una noche para el recuerdo. Poco importará dentro de un par de meses, cuando conozcamos al nuevo dueño del anillo, pero la exhibición del pívot francés ante nada menos que Nikola Jokic, el mejor jugador del mundo en estos momentos, fue de época. Increíble, formidable, con una resistencia absoluta durante la primera parte y una remontada espectacular en la segunda. Así es como se fraguan las leyendas, con este tipo de batallas en sus inicios que prometen ser más grandes en el futuro. El unicornio de la NBA tiene nombre y el Rookie del Año también, ambas cosas desde hace varias semanas pero confirmadas en cada noche que salta a la pista y se dedica a hacer su magia.

Los Spurs fueron perdiendo de 23 y colocaron un 34-20 de parcial en el último cuarto. A menos de 6 minutos para el final, los Nuggets ganaban de 7 (104-111). A menos de 5, de 8 (106-114). Un palmeo de Aaron Gordon dejaba la ventaja en 3 (117-120) con poco más de un minuto para la conclusión. Y ahí llegó el momento de Devonte’ Graham, que anotó primero un lanzamiento en suspensión y luego una canasta en transición que dejaba apenas 9 centésimas para los Nuggets. La magia no existió: Mike Malone pidió tiempo muerto y Gregg Popovich, curtido en mil batallas (incluso esta expresión se queda corta para él) vio algo que no le gustaba y solicitó otro. Los de Colorado ni siquiera consiguieron sacar ante la asfixiante defensa de su rival y se comieron el balón, los 5 segundos reglamentarios para poner el balón en marcha. Los Spurs sacaron y brotaron de alegría. El AT&T Center explotó de júbilo. No habían ganado nada, pero en realidad eran testigos de la historia, de un duelo generacional que había ganado su nuevo mesías: Victor Wembanyama.

El francés finalizó con 34 puntos (17 en el tercer cuarto, donde tuvo un momento en racha maravilloso), 12 rebotes y 5 asistencias, dejando en nada sus 7 pérdidas y el dubitativo 12 de 27 en tiros de campo con el que finalizó. Enfrente, Jokic se quedó en 22, con 6 y 12, y dio la sensación de que le faltó algo de punch, como a unos Nuggets que pudieron pensar que el partido iba a caer por su propio peso y que el resultado final iba a ser cuestión de lógica. Erraron: las victorias de Wolves y Thunder dejan a ambos rivales por delante, al tener el desempate perdido ante los dos. Un giro dramático de los acontecimientos que puede provocar que, de repente, sea el sexto clasificado el que se encuentre al flamante ganador del anillo en primera ronda. O, dependiendo de lo que pase en la última jornada, el séptimo, que vendrá del play in… o el octavo si finalmente acaban primeros, algo muy improbable. Juegan ante los Grizzlies el domingo, pero los Thunder lo hacen contra unos Mavericks que ya saben que van a ser quintos y los Wolves reciben a unos Suns que sí se juegan cosas. Veremos.

Lo que está claro es que el Oeste es una auténtica locura, y que cuando mejor lo tenían los Nuggets ha desaparecido toda opción. Ahora, es lo peor, no dependen de ellos y podrían no tener ventaja de campo en todas las rondas de su Conferencia, un deseo expreso de un equipo que se aprovecha mucho de la Mile High de Colorado, de la altitud de su pista, esa a la que están tan acostumbrados pero que es casi irrespirable para el resto. Una situación que tienen al haber perdido ante una franquicia con 35 victorias menos que ellos y que se asegura con este resultado el evitar la peor temporada de la historia, la 1996-97 (20-62) esa que sirvió para amarrar un número 1 con el que llegaría Tim Duncan y a iniciar una dinastía. Casi 30 años después, el héroe es otro, viene del Viejo Continente y ganó la partida a un Jokic que, todo hay que decirlo, fue duda hasta el último momento por problemas en la cadera. Tuvo que jugar porque había que asegurar. Porque Wembanyama ha hecho cosas increíbles esta temporada y los Spurs han ganado a grandes rivales (Thunder, Lakers, tres veces a los Suns, Warriors, Wolves…). Podía saltar la sorpresa. Y así fue.

El mejor jugador de los Nuggets fue Jamal Murray, que finalizó con 35 puntos, 5 rebotes y 4 asistencias en 29 minutos, además de un 14 de 26 en tiros de campo, excelentes números. Michael Porter aportó 14 tantos y Aaron Gordon se fue a 13 (6 de 6 en el lanzamiento), pero la energía no fue la misma que ante los Timberwolves y la relajación fue palpable, especialmente en la ausencia de capacidad de reacción durante la temporada. En los Spurs, Sandro Mamukelashvili se fue a 21, con 12 rechaces, mientras que Tre Jones estuvo muy activo con 14, 6 y 10 pases a canasta. Graham aportó 11, 8 de ellos en un último cuarto del que fue amo y señor ante el comportamiento errático de Wembanyama (1 de 5 ahí tras su esfuerzo en el tercer periodo), mientras que Julian Champagnie se fue a otros 14. Un gran esfuerzo colaborativo, conexión con el público como en los mejores días y un Popovich ambicioso que quiso ir a por el partido como en sus grandes momentos. Un duelo inesperado, pero maravilloso, mágico. Y una victoria formidable de un Wembanyama que sigue escribiendo su propia historia. Una que tiene una pinta fabulosa, todo hay que decirlo. Espectacular.

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