¿Cuántas de vosotras soléis congelar el pan para, después, irlo consumiendo poco a poco tostándolo? Reconozcámoslo, es un hábito que la inmensa mayorÃÂa de la sociedad llevamos a cabo sin cuestionarnos a la hora de, por ejemplo, preparar un desayuno sano y rico en proteÃÂnas que nos brinde ese plus de energÃÂa en el dÃÂa a dÃÂa. Una hipótesis que sànos llegarÃÂamos a plantear si se tratase de otro ingrediente, pero que, curiosamente, con el pan no; no barajamos si esos procesos interfieren en el valor o las propiedades nutricionales… hasta hoy.
Estábamos degustando una tostada con el revolucionario pan de Mercadona -sí, el que ha sido señalado como el más sano y sabroso del supermercado- y al ver que se nos había tostado un poquitín más de lo que nos hubiese gustado, esa interrogante ha saltado en nuestra cabeza. Una que hemos podido subsanar preguntando a Inés Pérez Martí, especialista en nutrición y dietética y miembro de Top Doctors, hasta qué punto afecta al valor nutricional del pan someterlo a estos procesos o, lo que es lo mismo, ¿es un hábito sano?
¿Es bueno congelar y tostar el pan o interfiere en sus propiedades nutricionales?
“Podemos estar tranquilas; el pan no pierde sus propiedades nutricionales al congelarlo”, comienza la experta. Ahora bien, eso no significa que se alteren, aunque a diferencia de lo que nos habíamos llegado a cuestionar, parece ser más beneficioso que contraproducente.
“Al congelarlo se modifica la estructura del almidón; se vuelve más resistente, lo que favorece que adquiera propiedades similares a la fibra. Las bacterias del intestino grueso se alimentan de este tipo de almidón, lo que fomenta el desarrollo de sustancias beneficiosas para el intestino y, por consiguiente, la microbiota”.
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En este sentido, la experta matiza que el consumir mayores proporciones de almidón puede resultar óptimo para prevenir algunas patologías como es el caso del cáncer de colon, la diabetes o la resistencia a la insulina.
Ahora bien, ¿tostarlo? Dictar, en palabras de la nutricionista, que tostar el pan tampoco reduce sus propiedades nutricionales, pero sí que se observa que, si tiene un índice glucémico ligeramente más bajo porque se descomponen los carbohidratos, es decir, la rapidez con la que eleva el nivel de glucosa en sangre es más paulatina. Y, del mismo modo que sucedía al congelarlo, los almidones cambian y su descomposición facilita su digestión.
Sin embargo, resaltar, que si te ha ocurrido como a nosotras y se te ha pasado un poquitín el pan en la tostada… eso sí puede ser perjudicial. Más allá de darle un sabor amargo, cuando el pan es tostado en exceso “se desencadena una reacción que puede crear compuestos como la acrilamida”, una sustancia que tiende a afectar al sistema reproductivo y nervioso.
Aunque, para esos casos, contar con una tostadora que deje en su punto justo el pan -como la destacada- es la mejor solución.
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