Sí hay un camino, presidente
Esta semana hubo dos hechos políticos de gran magnitud: por una parte, el domingo las plazas del país se colmaron de cientos de miles de manifestantes que protestaron contra el gobierno de Gustavo Petro, hecho que fue juzgado por el presidente con actitud paranoide: los que salieron a las calles son una partida de “desinformados” que añoran “la represión abierta, las masacres paramilitares y los asesinatos de jóvenes” y que quieren “tumbar el gobierno popular y matar al presidente”, dijo. Y, por otra parte, el martes, la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, comunista desde chiquita, pero inteligente, amable y conciliadora, apoyada por Jaime Dussán, director de Colpensiones, logró que el Senado aprobara la reforma pensional, después de llegar a un acuerdo con senadores liberales y del Partido de la U. Y la reforma que salió del Senado tiene una modificación estupenda: la de que la plata de las pensiones sea manejada por el Banco de la República. Eso garantiza, hasta donde es humanamente posible, que los políticos pillos no se apoderen de ella. Claro que aún le falta la aprobación de la Cámara. Esperemos que la ministra se luzca allá también.
Ambos hechos deben hacer reflexionar al presidente y al gobierno en general. Según dicen, el gobierno se va de retiros espirituales este fin de semana. Ojalá se escuchen las voces sensatas: la de la poderosa y eficaz Laura Sarabia que trinó: “Hoy debemos tener la grandeza de reconocer que muchas personas se movilizaron, que tuvieron todas las garantías, y pudieron expresar su descontento. Esta es una semana que como gobierno debemos afrontar en reflexión y autocrítica”. Y la del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco quien, como lo afirmó un editorial de este diario, dijo que las marchas habían enviado “un mensaje político que [sabrán] recibir”. Y la del siempre lúcido senador Iván Cepeda, quien también trinó: “El deber de nuestro gobierno es escuchar la inconformidad y las críticas de la ciudadanía y la oposición. Debemos explicar lo que injustamente se malinterpreta y no se entiende. Corregir lo que se ha hecho mal. Dialogar para buscar un acuerdo nacional. Así se construye la democracia”.
Sí, presidente, hay mucho que corregir. Por una parte, hay que dejar atrás esa paranoia que lo lleva con frecuencia a creer que todo lo malo que le pasa al gobierno es culpa de los demás; hay que volver al Petro que existía en vísperas de su posesión, ese que decía que soñaba, al terminar su mandato, con entregar uno solo país y no uno dividido, como estaba en ese momento; hay que dejar ese lenguaje pendenciero y cambiarlo por uno que convoque, que tranquilice y que unifique al país; hay que reconstruir una coalición de gobierno que le permita, como hizo con la reforma tributaria y el plan de desarrollo, sacar adelante sus reformas, así sea con algunas modificaciones. ¡Es que para que un mandatario pueda imponer su voluntad sin transar, presidente, tiene que contar con una mayoría que usted no tiene! Y hay que aprender a escuchar al país. Y si sus colaboradores cercanos, por miedo o por oportunismo, solo le dicen lo que usted quiere oír, como ocurre con tanta frecuencia en el poder, desconfíe de ellos y escuche a los que se atreven a contradecirlo, a decirle la verdad. Finalmente, presidente, hay que pararle bolas a la obsesión del senador Iván Cepeda por lograr un acuerdo nacional. Esa también era una obsesión suya, y lograrlo es la única salida que tiene este país.