En la calle 38 con carrera 41, Centro de Barranquilla, funcionó La Elegancia.
Fue el almacén de gran reconocimiento por vender ropa y calzado exclusivos para hombres. Crónica.
A Pascual Vitola se le quiebra la voz cuando recuerda el momento en que tomó una de las decisiones, quizás, más duras de su existencia: bajar la estera y colocar los candados al negocio que dedicó su vida.(Además :Tambalea construcción de Autopista del Caribe : Mintransporte revisa el contrato)
La emblemática esquina de la calle 38 y carrera 41 del Centro de Barranquilla, que durante décadas fue testigo del buen vestir y la elegancia, hoy guarda un profundo silencio. La razón: La Elegancia, el histórico almacén de ropa para hombres, ha cerrado sus puertas tras 70 años de historia.
Para Pascual Vitola, uno de sus fundadores, el cierre de La Elegancia representa el fin de una era. No podía creer que al bajar esa estera metálica estaba poniendo fin a una historia, en la que él y su hermano Filippo Vitola (q.e.p.d), inmigrantes italianos, trabajaron hombro para levantar mucho más que una tienda de ropa.
La Elegancia fue durante décadas, el destino preferido de la élite barranquillera y personalidades destacadas de la ciudad en busca del mejor estilo.
Aspecto general del almacén La Elegancia. Tomada de las redes sociales
Ubicado en la primera planta del edificio Cataldo, La Elegancia fue durante décadas un punto obligado de visita para los caballeros amantes del buen vestir y la elegancia.
La esquina era referenciada por la calidad de los zapatos y sandalias de cuero, además de las camisas y pantalones de fábricas nacionales, que eran entregadas en sus cajas originales.
Estuvo en la época que el Centro era el polo de desarrollo Barranquilla, con un comercio fuerte, en donde los mejores almacenes de ropa de moda estaban aquí.
Los zapatos de dos colores solo se conseguían en el almacén La Elegancia. Cortesía Familia Vitola
“Los zapatos blancos, los combinados de blanco con negro o con azul, eran el fuerte de nosotros. En el Centro no se conseguían”, recuerda Pascual, quien trabaja en la liquidación de saldos de la mercancía.(Lea:Tensión en Barranquilla: cortes de luz por deudas desata disputa entre Air-e y usuarios)
Al almacén La Elegancia llegaba desde los más encopetados señores de la sociedad barranquillera, como jueces, abogados, profesores, hasta los jugadores del Junior, en especial los extranjeros, o el más humilde barranquillero que quería sentirse elegante para una ocasión especial.
Los zapatos de cuero de dos tonos. ¡Qué elegancia!
El periodista Estewil Quesada recuerda que siempre que pasaba por el lugar ‘metía el ojo’ para ver lo que más me llamaba la atención del lugar: los zapatos. “Los zapatos de cuero de dos tonos. ¡Qué elegancia!”.
Quesada no olvida que de niño acompañó a su padre a comprar ropa allí. “De niño lo conocí. Siempre con variedad de ropa fina. Yo compré allí en los 80 y 90. Y siempre ‘metía los ojos’ cuando pasaba después”, dice al recordar un detalle: “Las camisas en sus cajas también eran relucientes. Esas camisas no se veían en otro lugar”.
Inmigrantes italianos
La historia de los hermanos Filippo y Pascual Vitola Celia está ligada a la de los cientos de inmigrantes europeos que después de la segunda guerra mundial decidieron venir a Sur América en busca de nuevas oportunidades. El viejo continente había quedado devastado y empobrecido.
Los hermanos Pascual y Filipo Vitola Celia llegaron de Italia a mediados del siglo pasado. Cortesía Familia Vitola
Ellos llegaron del sur de Italia. Quien les abrió la ruta en Colombia, especialmente en Barranquilla, fue Giovanni Celia, el tío que llegó a la ciudad y se casó con la hija de Aníbal Cataldo, un distinguido sastre italiano que lo trajeron exclusivamente para que le cosiera a la elite barranquillera.
Celia abrió el almacén, en la misma esquina donde siempre ha quedado. Allí también funcionaba la sastrería de su suegro, quien exhibía solo ropa para hombres, trajes sastres, confeccionados en sus talleres, con paños importados. Ya era toda una institución.
Fue en 1948 cuando llegó Filippo a trabajar con su tío. Luego se trajo a su hermano Pascual en 1961.
“Después de las guerras (I y II guerra mundial) en Europa todo el mundo quedó en la olla, comenzamos a inmigrar a sur américa a trabajar”, cuenta Pascual.
Filippo compró el almacén a su tío, cuando este decidió irse a vivir a los Estados Unidos. Desde entonces él y su hermano mantuvieron abierto todo este tiempo el negocio, cultivando una clientela que le fue fiel hasta el último día, como fue el caso del cantante Alci Acosta, que antes del cierre estuvo en el lugar mirando las camisas.
Los Vitola alcanzaron a tener 5 empleados, casi todos se pensionaron, como José María Pérez Lobo, quien llegó a donde la familia Vitola a los 15 años a trabajar como ayudante de mensajería, luego fue empleado del almacén y hoy a los 69 años de edad, ya pensionado, sigue acompañando al jefe de toda su vida.
Solo ropa elegante
El Almacén La Elegancia fue uno de los negocios reconocidos en la ciudad, en especial en una época donde todo el comercio estaba en el Centro de Barranquilla.
Filippo Vitola fue un defensor de la ropa nacional. “Había que comprar y apoyar a la industria nacional”, le escuchó decir en repetidas ocasiones Annunziata Vitola, hija de Filippo.
Aspecto general del almacén que se mantuvo abierto por 70 años. Cortesía familia Vitola
Por eso en las vitrinas se exhibían marcas como Lord Futurista, Van Heusen, Slaconia, Mac Gregor, Manhattan, Pat Primo, o zapatos corona, en especial los de dos colores, Carlos Magno, entre otros.
Frente a estas vitrinas desfilaron artistas de la talla de Pacho Galán, Adolfo Echeverría, Alfredo Gutiérrez, además de personajes célebres barranquilleros como el periodista Marcos Pérez y los jugadores del Junior.
“Me da nostalgia. Allí compré camisas que no se conseguían en ninguna otra parte”, dijo el tres veces rey del Festival Vallenato, Alfredo Gutiérrez, cuando conoció la noticia del cierre.
Un punto de encuentro de junioristas
A Filippo lo recuerdan por ser un gran deportista. Desde que llegó a Barranquilla armó su grupo con otros italianos para participar en diversas competencias.
Los italianos eran un grupo social fuerte consolidado en el Centro de la ciudad. Con los Vitola estaba los Del Veccio, Celia, DiMarco, Cozzarelli, Moscarella, entre otros.
Filippo era hincha de la selección Italia, mantenía los afiches enmarcados del equipo en las paredes del almacén, pero compartía esa pasión con los equipos de Barranquilla, primero con el Sporting y finalmente con Junior.
A lo largo de los años, La Elegancia fue mucho más que un lugar de compras. Se convirtió en un espacio de encuentro donde se mezclaban los negocios con las conversaciones sobre fútbol y la vida cotidiana.
Los lunes en la mañana el almacén se convertía en un tertualiadero de los hinchas del Junior para analizar el último juego. Allí se daban cita desde reconocidos periodistas locales con hinchas del club tiburón y armaban polémicas, siempre moderadas por Filippo.
“Ese día prácticamente no se vendía, se la pasaban hablando del Junior, que fue una de sus amores, él era amante del deporte”, lo recuerda su hija Annunziata Vitola.
Era tanta su pasión futbolera que tenía una suscripción de periódicos italianos que semanalmente le llegaban a Barranquilla. En los 90 cuando comenzó la llagada de jugadores colombianos a Italia, algunos periodistas iban al almacén para que Filippo les tradujera las noticias que sobre los jugadores nacionales se publicaban.
“Mi padre con toda la paciencia leía y traducía, mientras los periodistas tomaban anotaciones y luego hacían sus reportes”, cuenta ella.
Hasta los 85 años estuvo detrás de las vitrinas con su hermano. El peso de los años lo fue venciendo y el 12 de noviembre del 2019, a la edad de 91 años, Filippo falleció.
“Fue uno de los pocos días que el almacén cerro”, no olvida Pascual, “estábamos en el sepelio”.
Solo agradecimientos a Barranquilla
Fueron muchos años en los que los Vitolas y su almacén fueron referencia de la elegancia, en los años que Barranquilla parecía imparable.
Lograron sortear tiempos difíciles y mantenerse en la competencia, como la pandemia del 2020, que los obligó a cerrar por cinco meses, pero a seguir al día con las obligaciones de los empleados.
Sin embargo la aparición de otros puntos de desarrollo comercial, la llegada de los centros comerciales y la desaparición de algunos de los proveedores principales, por cierre, comenzó a golpear poco a poco al negocio.
Muchos de los clientes tradicionales también se han ido. “Ya solo compran ropa formal algunos jueces y abogados, y los pastores evangélicos que les gusta ir bien vestidos a sus reuniones”, dice con nostalgia Pascual, “El Centro ya no es el lo mismo”, agrega.
Hoy, mientras Pascual recuerda con cariño los momentos compartidos con los clientes, solo puede expresar su agradecimiento a la ciudad que los acogió durante tantos años.
A pesar de los desafíos y cambios en el panorama comercial, La Elegancia deja un legado imborrable en la memoria de Barranquilla.
El cierre de La Elegancia marca el fin de una era en la moda masculina de la ciudad, pero su legado perdurará en la historia de Barranquilla como un símbolo de estilo y elegancia.
LEONARDO HERRERA DELGANS
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
Escribéme a [email protected]
En X: @leoher70
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