Cassandra Ciangherotti en entrevista sobre su destino como actriz

La actriz es hija del también actor Fernando Luján, cuyo apellido real era Ciangherotti.

Cuando Cassandra Ciangherotti decidió dedicarse a la actuación apenas había cumplido 20 años de edad. Desde entonces ha ido sumado éxitos a su filmografía como las cintas Hasta el viento tiene miedo, Paradas contínuas, Cantinflas, Las horas contigo y Las niñas bien.

Sin embargo, dice mantener los pies en la tierra y no se dejarse llevar por el ruido de su profesión. “Esa ha sido una expresión en toda mi carrera, aunque de repente también hay muchos miedos y ansiedad, porque no tienes tal proyecto o esa portada, y por cómo voy a vestirme para cierto evento… Es muy fácil caer en esa necesidad, pero yo trato de relajarme, porque lo que hacemos nosotros como artistas, quién sabe si se va a recordar. Así que hay que disfrutar el momento, sin la angustia de estar en la sopa de todo mundo. Mejor disfruto mi sopa”, nos comenta en entrevista.

Heredera de una larga dinastía de actores (es hija de Fernando Luján, nieta de Mercedes Soler y Alejandro Ciangherotti, y sobrina nieta de los célebres Andrés, Fernando, Julián y Domingo Soler), para Cassandra la consecuencia lógica era dedicarse a los escenarios. “Creo que desde siempre hay ciertos aspectos de mi psique queriendo expresarse. Me gustaba mucho, por ejemplo, pensar que quería ser detective; más tarde descubrí que era la necesidad de investigar cosas, por lo que tiempo después me gustaba la idea estudiar dirección de cine, también quise ser cantante… Era llamativo que en mi familia no hubiera abogados o doctores. Los papás de mi papá eran actores, los papás de ellos también, y no sabemos cuánto tiempo lleva esto sucediendo, así que creo que nos gusta imaginar que no hay fin en esta tradición familiar”, relata.

Lecciones de vida

Al hablar de su familia, Cassandra reconoce que aunque no se aconsejan profesionalmente, las lecciones han llegado solas.

“Siento que el aprendizaje es una elección con cualquier historia que se presente ante tus ojos. No somos personas de darnos consejos a menos de que alguien lo pida, pero observamos mucho las vidas que hemos vivido cada uno y cómo lo hemos hecho. De ahí cada quien saca su aprendizaje y ese es el regalo más grande que me han hecho: esos pequeños mapas de historias con los que uno puede ver hacia dónde ir, saber soltar y tomar lo que te sirve para tu vida y para tu congruencia… Yo admiro mucho esas cosas. Todo lo que hizo mi papá me parece increíble, aunque no era un tipo que estuviera presente en sentido mediático. No le tocaron ni siquiera estas épocas de redes sociales, pero trabajó siempre y tuvo una vida muy luminosa, en el sentido profesional”, asegura.

Aún así, para Cassandra no todo ha llegado por herencia y admite que ha tenido que trabajar doblemente duro para demostrar su talento. “Vivimos en una sociedad que te dice que todo es posible, que tú puedes hacer lo que quieras, porque tu todo está en ti y tú eres el que hace realidad tu futuro. Y en parte estoy de acuerdo; sin trabajo ni esfuerzo no se pueden lograr las cosas, pero también olvidamos reconocer lo que nos fue dado: ¿Sabes de dónde vienes?, ¿De dónde sacaste tus capacidades y tu calidad humana?, ¿Tú lo creaste?, Tus manos, tus pies ¿son mérito propio?… Preguntarme esas cosas me ha hecho llegar a la conclusión de que si perseguí la carrera de actuación y no fui detective, fue por algo. Y al final la vida me colocó aquí y no puedo más que estar agradecida”, afirma.

De feminismo

Tras el éxito de la serie Las viudas de los jueves, Cassandra cerrará el año rodando La liberación, una serie de la cineasta Alejandra Márquez, que exalta la figura y el poder de las mujeres, así como el surgimiento del movimiento #MeToo. Sin embargo, la actriz no se autodefine como feminista.

“Hay días en los que sí y otros en los que me hago tantas preguntas, que me salgo de la visión general que se tiene. Soy una persona que trata de ver el mundo desde diferentes ideologías y con distintas posturas, aunque entiendo profundamente y soy empática con el movimiento… Pero no puedo evitar cuestionarme, y creo que eso es positivo, porque a eso venimos al mundo: a hacernos preguntas, a aprender y a quebrarnos la cabeza todos los días”, concluyó.