Por fin: los Lakers viven para morir otro día

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Y, por fin, los Lakers ganaron a los Nuggets. Era una cuestión de inercia, merecimiento, suerte o todo ello junto. Pero alguna vez tenía que llegar. Es injusto decir que el resultado de la serie tendría que ser otro, pero lo que está claro es que podría haber sido otro. De una forma u otra, es el que es: los angelinos ganan a su última pesadilla por primera vez desde el 16 de diciembre de 2022, una crisis pantagruélica que ha llegado a su fin en un momento en el que no parece que vaya a importar mucho, con una ventaja insalvable y una eliminatoria que, a priori, verá su fin en la noche del lunes al martes, cuando se regrese a la Mile High de Colorado para probablemente decir adiós a una tortura que tiene su pequeño consuelo: el de lograr la victoria tras 11 derrotas consecutivas ante el mismo rival, algo inédito en la carrera de un LeBron James que nunca se había encontrado algo como esto, pero que al mismo tiempo se lo ha encontrado todo: es lo que tiene llevar 21 temporadas en la NBA, ir camino de las 40 primaveras y tener una longevidad impropia de cualquier deportista, se dedique o no al baloncesto.

La estrella y su inabarcable sombra fueron las protagonistas de ganar, por fin, a los Nuggets (119-108). Se fue a 30 puntos (14 de 23 en tiros de campo), 5 rebotes, 4 asistencias, 3 robos y 1 tapón, lo que compensó con creces sus 6 pérdidas. James se hartó de protestar a los árbitros y tuvo una escena muy fea hacia su banquillo cuando pidió un challenge que Darvin Ham no solicitó, pero sigue siendo el Rey y la corona seguirá en su cabeza cuando esto se acabe. Un robo con posterior mate suyo hizo rugir un Crypto Arena adormilado por la derrota en el tercer asalto y por las expectativas enterradas de unos Lakers que llegaban con muchas esperanzas a esta serie, pero se encontraron con que la lógica se imponía y la plantilla, simplemente, no les daba. Al final del primer periodo, el resultado era de 28-23 favorable a los locales, que han ganado el cuarto inicial en todos y cada uno de los cuatro partidos, algo increíble si tenemos en cuenta que han perdido tres de ellos de forma consecutiva. De forma combinada, el resultado es de 122-95 en esos 12 primeros minutos. Una cosa impresionante que contrasta con la constante vuelta del túnel de vestuarios y esa marcha más que, como equipo campeón, han demostrado tener los Nuggets.

Esta vez no la hubo. El resultado al descanso era de 61-48, 13 arriba para un equipo que se ha ido al intermedio por delante también en los cuatro partidos de la serie. Los tres anteriores fueron con +3, +15 y +4. Especialmente doloroso fue ese segundo asalto en el que llegaron a ir 20 puntos arriba y acabaron cayeron con una canasta sobre la bocina de Jamal Murray, que hoy ha acabado tocándose mucho la rodilla (veremos si se queda en nada) y con 22 tantos, 6 rechaces y 5 pases a canasta, pero 9 de 23 en tiros de campo y 0 de 4 en triples. Los Nuggets parecían más apáticos que de lo habitual y no pudieron hacer nada en un tercer cuarto en el que los Lakers por fin aguantaron. Ham cambió las rotaciones e introdujo cambios muy pronto para que LeBron y Anthony Davis (ahora hablaremos de él) llegaran más frescos y pudieran disputar más minutos en la segunda parte, algo que funcionó, con el primer descansando sólo al final del tercer periodo y el interior jugándolo entero. Fue un 32-30 y un 28 iguales en el periodo final, consiguiendo así los Lakers sostener una ventaja que no habían conseguido mantener hasta ahora. Un triste consuelo en un partido en el que llegaron a ir 19 puntos arriba y nunca fueron por detrás.

Los Lakers, que han cuadriplicado el número de minutos que han ido por delante en la serie respecto a los Nuggets, contaron, esta vez sí, con un buen D’Angelo Russell, el mismo que se fue con 0 puntos en el partido anterior y que esta vez logró 21, con 8 de 15 en tiros de campo y 4 de 8 en triples, además de 1 de 2 en tiros libres, un dato que hay que resaltar simplemente porque no había lanzado desde la personal en toda la eliminatoria. Austin Reaves consiguió otros 21. Y Taurean Prince, que logró 9, jugó los últimos minutos en detrimento de un Rui Hachimura que se fue con los mismos y al que parece que se le está haciendo grande (enorme) una serie en la que no ha terminado de entrar. Los Lakers se hartaron de atacar la zona (72 puntos en la pintura por 52 de los Nuggets), con LeBron posteando permanentemente o buscando la línea de fondo para recibir desde la bombilla. Y con Davis destrozando a sus rivales y sumando estadística en un día en el que sí pareció estar al nivel de Nikola Jokic.

El serbio se fue a 33 puntos, 14 rebotes y 14 asistencias y ha logrado un triple-doble en al menos el 25% de los partidos de playoffs que ha disputado en su carrera, un dato sencillamente espectacular. Su homólogo se fue a 25, con 23 rechaces (cuarta vez que pasa de los 20 en la fase final e igualando el tope de su carrera en playoffs) y 6 pases a canasta. Todo ello en casi 42 minutos (el tiempo de Jaxson Hayes en pista pasa de complicado a desolador) y en un esfuerzo enorme, con un golpe en la muñeca sufrido en la primera mitad que no le impidió seguir mostrándose competitivo. Los Lakers ganaron la lucha por el rebote (53 a 46) e impidieron la sangría de las segundas oportunidades que disfrutan siempre los de Colorado cuando sacan al propio Davis en la zona. Y, por una vez, repitieron el guion ideal de la primera mitad, pero cambiaron el de la segunda, un común denominador que ya no lo es y que sirve como esperanza para los más optimistas. Mucho hay que serlo para pensar que los Lakers tienen algo que hacer. No ganan en Colorado desde el 10 de abril de 2022, en un último partido de regular season que no servía para nada a ninguno de los dos equipos. Ese día no estaban ni Jokic, ni Murray, ni Gordon, ni Porter. Y nadie en la historia ha remontado un 3-0. El récord es de 0-149. Sin comentarios.

Esta vez, Aaron Gordon no fue el del tercer partido (7 tantos) y fueron Kentavious Caldwell-Pope (14) y Michael Porter (27) los que mantuvieron con opciones a los Nuggets hasta el final, pero el 9 de 30 en triples y la carencia de la actitud física mostrada, seguramente por verse con un colchón de 3-0, fueron determinantes. Y los 5 tantos aportados desde el banquillo insuficientes. Lo más probable es que Mike Malone haya tomado nota y los campeones vuelvan a mostrar esa versión dominante de los tres primeros duelos, siempre bajo el cobijo de su público y de la extraordinaria altitud de una Mile High a la que están acostumbrados, a diferencia del resto. Más allá de lo que veamos entonces, está claro que la serie está siendo mucho más competida de lo que dice el marcador y que los Lakers se merecían ganar al menos una vez. Un pobre consuelo para un equipo que teóricamente optaba al anillo, pero que sobrevive a su primer match ball y ya no tiene nada que perder. Ahora, llega el turno del más difícil todavía, de otro gran desafío para LeBron y de que se alegren de lo que venga. No hay mucho más que decir sobre una temporada que para ellos no ha sido mala, pero que no era la que esperaban. A pesar de ello, los Nuggets siguen defendiendo título y las diferencias entre ambos equipos han estado más que demostradas en los últimos días. Eso sí, los Lakers han ganado. Por fin. Ahí queda eso. Vivos para morir otro día.

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