Podría ganar el Oscar a Mejor Película, no tiene fecha de estreno en España y la propia película explica el porqué de esta invisibilidad en salas y plataformas
¿Dónde ver American Fiction?, esa es la pregunta que intentamos responder desde que vimos las nominaciones de los próximos Premios Oscar, en los que opta a nada menos que cinco galardones. Pero nuestro interés por la película no está basado solo en el brillo y el foco de estos premios, si no en que American Fiction se basa en uno de los mejores libros del Siglo XXI. Hemos hablado hasta aburrir al más cinéfilo de Oppenheimer, de Barbie, de Los asesinos de la luna, de Pobres criaturas, de Maestro, de Los que se quedan. Incluso hemos tenido tiempo para las más autorales e independientes como Vidas pasadas, La zona de interés o Anatomía de una caída. Pero es que de American Fiction no veíamos el momento de hablar porque la película no se ha estrenado en cines en España ni tiene previsto hacerlo. Y la razón, la verdad, es metanarrativa.
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Y nos fastidia, nos fastidia pensar que American Fiction puede ganar el Oscar a Mejor Película sin que en España haya una forma legal de verla, y ni una manera de hacerlo en salas de cine. Sin embargo, hemos de admitir que tiene parte de gracia, incluso podríamos decir que la película mejora porque, bueno, le da la razón a lo que cuenta. En un mundo cada vez más diverso donde se hacen esfuerzos (pequeños) por que se oigan las voces de las minorías hemos convertido estas voces en un género. Es una película feminista, es una película sobre la raza… Los lugares comunes abundan no porque las mujeres directoras o los directores afroamericanos no tengan nada que contar, sino porque ahora que dejamos que esas voces se oigan seguimos queriendo oír solo lo que queremos oír. Una mujer cineasta tiene que hablar de la feminidad, de la sexualidad, de la sociedad patriarcal… Un director afroamericano tiene que hacer una película sobre la esclavitud o sobre la vida en un barrio marginal, entre drogas y sirenas de policía. Un homosexual tiene que contar historias LGTBIQ+ ¿Por qué vemos más necesidad en que una mujer dirija Capitana Marvel que Capitán América?
American Fiction trata sobre cómo esas voces minoritarias se han convertido en una etiqueta. El protagonista, un escritor afroamericano al que no le quieren comprar un libro sobre el imperio persa porque, bueno, no tiene nada que ver con los afroamericanos, le entra una rabieta porque en una librería su obra esta en el estante “ensayos afroamericanos”, aunque según él no tiene nada que ver con la raza en su temática. Entendemos que un escritor blanco no puede ni imaginar que sus libros, ya sean históricos, de novela negra, comedias o dramas, fuesen a una estantería con la etiqueta “ensayos caucásicos”. American Fiction, novela y película, tratan sobre cómo se ha comercializado y, por tanto, limitado, la experiencia afroamericana que consumimos (y otro tanto podríamos decir de un feminismo cada vez más reglado).
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El giro de la película, sin querer desvelar mucho más, es que el protagonista cambia de estrategia cuando necesita dinero. Escribe una novela sobre el barrio lleno de lugares comunes, sirenas de policía, nombres y diálogos de un The Wire de segunda y, encima, deja su aire universitario de alta cuna (es el único escritor en una familia llena de doctores) para hacerse pasar por un autor marginal, que ha estado 12 años en la cárcel y que ahora se encuentra fugitivo de la justicia… Y claro, esa novela mal escrita es “real”, ese escritor maleducado y paródico es “auténtico”, y la novela con una palabrota como título triunfa hasta un nivel sideral. Los “blancos” entonan el “auténtica” y “necesaria” como si supiesen de qué demonios hablan. Se sienten mejor al leerla, como si aprendieran una experiencia racial igual de auténtica que observar a los animales en su jaula del zoo.
Y nosotros, viendo cómo American Fiction, pese a ser una de las mejores películas americanas del año, todavía no ha llegado a cines (probablemente vaya directa a Amazon Prime Video a no ser que arrase en los Oscar), no podemos preguntarnos si su destino hubiera sido distinto si fuese una de esas películas. Si American Fiction tratase sobre la esclavitud en Alabama; si su protagonista llevase pañuelo, camiseta blanca interior de tirantes y se moviese a ritmo de rap; si contase una altercado de derechos humanos en los 60 y 70 con una injusta actuación policial… Probablemente hubiera tenido hueco en nuestros cines. Y es que la historia de un académico universitario en crisis tiene hueco en nuestras salas si es blanco, es Paul Giamatti en Los que se quedan, pero no si es negro y tiene la cara de Jeffrey Wright en American Fiction.
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Dar voz a las minorías resaltando que lo son es una parte necesaria del camino a la igualdad, pero ojalá pronto el cine de mujeres, el cine de negros, el cine del tercer mundo (siempre forzado a la pornomiseria), no dependa de etiquetas para venderse.