SEI191543066 copy.jpg
Hay una especie de locura que se apodera de las personas que se obsesionan, y no de una forma precisamente sana, con los asuntos de Harry y Meghan, el duque y la duquesa de Sussex. Cada uno de sus movimientos es minuciosamente analizado, cada triunfo desacreditado, cada desgracia exagerada y publicada.
Este fervor por los duques se originó en unos pocos grupos que forman parte de la prensa sensacionalista, que tienen intereses personales, y se extendió hacia una gran y preocupante proporción de la “comunidad” de las redes sociales. Asimismo, constituye una de las pocas causas importantes del crecimiento de la economía mundial. Incluso, si tuvieran otro hijo, podrían sacar a Inglaterra de la crisis económica.
Por lo visto, van a utilizar un nuevo apellido para ellos y sus hijos, que hasta ahora llevaban la actual denominación real Mountbatten-Windsor, es decir, la de Carlos, Camilla y la de los Gales, York y Wessex (sí, todo esto parece un poco medieval).
De esta forma, Harry, Meghan, Archie y Lilibet preferirían llamarse “Sussex”. ¡Indignación por todas partes!, ¡un desprecio hacia su noble sangre!, ¡una nueva ruptura!, ¡una condena al Reino Unido!, renuncia a mil años de historia (ese tipo de reacciones).
El hecho se dio a conocer luego de una pequeña oleada de publicidad causada por su nuevo sitio web y una sesión de fotos para los Juegos Invictus en la que el duque aparecía esquiando con un esquí adaptado para quienes perdieron la movilidad de las piernas (ni siquiera los críticos más acérrimos de Harry pudieron sacarle mucho partido a esto).
La cuestión con Archie, en particular, ha sido fuente de polémica. En la entrevista que hicieron con Oprah se planteó la pregunta de si el niño tenía derecho a ser llamado “príncipe”. En la misma línea, Harry contó que rechazó en nombre de su hijo el título de Conde de Dumbarton, que, de hecho, sonaba bastante bien, ya que contenía la palabra “tonto”, lo que podría haber resultado problemático en la escuela.
En fin, da igual qué nombre tengan, y los fanáticos deberían calmarse y estudiar un poco de historia. El hecho es que la mayoría de las denominaciones de la realeza británica son poco genuinas. Sin ánimos de ser grosero, diría que son falsas.
Por ejemplo, “Mountbatten-Windsor” deriva de los “apellidos” del príncipe Felipe y de Isabel II, los cuales son, en realidad, arbitrarios. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, el apellido “Windsor” fue adoptado por Jorge V en 1917 porque el que existía, Saxe-Coburg und Gotha, tenía un incómodo tono alemán. Al fin y al cabo, era una época en la que las personas atacaban a los perros salchicha en la calle por sus orígenes.
En cuanto a “Mountbatten”, este apellido fue adoptado por la otra rama de la familia cuando Jorge V ordenó que se eliminaran todos los nombres con orígenes germánicos de la aristocracia, incluido el suyo, y, entonces, se reescribió y se anglicizó el verdadero apellido de Battenberg.
De hecho, Felipe tomó ese apellido en 1947, durante los preparativos de su matrimonio con la entonces princesa Isabel. Originalmente, él era miembro de la Casa de Glucksburg. Sin embargo, la Reina Madre, poco impresionada, siguió refiriéndose a él de forma irónica como “el huno”.
Así pues, Harry, o príncipe Harry de Gales, como era hasta hace poco, y Megs pueden tener el apellido que quieran. En efecto, cuando él y su hermano estaban en el ejército, se llamaban Harry y William de Gales.
La dupla quería que su familia se “una” bajo un mismo apellido y se normalice. También es posible que hayan tenido que poner su mejor cara ante el rechazo a las funciones reales tradicionales y a la intrusión mediática que eso conlleva, según su opinión equivocada.
No han podido escapar del todo de su fama y reconocimiento, pero tampoco lo desean, e intentan hacer el bien y ganarse la vida de forma independiente. Sin embargo, no hay nada de malo en ello, y no podrán evitarse los compromisos y las acusaciones de hipocresía a lo largo del camino. Algunos enemigos están motivados por los instintos más primitivos.
De todas formas, lo más personal que tenemos es nuestro apellido, y tenemos derecho a usarlo o modificarlo como queramos.
En conclusión, Harry y Meghan son criticados por utilizar el apellido ducal Sussex, otorgado por la difunta reina, así como también ridiculizados por abandonar la denominación real Mountbatten-Windsor. Como siempre, la familia Sussex (o como sea que se llamen) no puede ganar.
News Related-
¿Cuántas Finales ha disputado América en la Liga MX Femenil?
-
Boca Juniors se queda fuera de la Copa Libertadores 2024
-
Los Bears vencen a los Vikings con cuatro field goals
-
¡Llegó la sexta! Tigres Femenil es campeón del Apertura 2023
-
Posibles alineaciones del AC Milan - Borussia Dortmund por la UEFA Champions League
-
Gobierno de Bolivia critica entrevista a Sebastián Marset
-
Residentes reclaman colapso del sistema de drenaje en edificio de Miami-Dade
-
Juzgarán a un ginecólogo acusado de abusar sexualmente de 14 pacientes
-
Se caldea precampaña en México ante ataques de expresidente a esposa de candidato opositor
-
Powerball números ganadores del sorteo hoy, 27/11/23: Jackpot de $352 millones
-
Roy Makaay vuelve a elogiar el gran momento de Santi Giménez en el Feyenoord
-
Venezuela usa referendo sobre el Esequibo como "distracción de sus problemas", dice Guyana
-
Lula propone a su ministro de Justicia como nuevo magistrado de la Corte Suprema
-
Gobierno señala que Ecuador está en su peor momento económico y que las soluciones no serán fáciles