Así son las estafas del amor: organizaciones internacionales, perfil de las víctimas y la dificultad de recuperar el dinero

La estafa amorosa abunda en las webs de citas, aunque hoy en día pueden intentar contactar con nosotros en cualquier espacio digital

Se hacen pasar por empresarios de renombre, multimillonarios, militares en zonas de conflicto o, incluso, por Dios. Son encantadores, atentos; personas que escuchan y que, sobre todo, prometen: un futuro juntos, una herencia para compartir o un amor eterno. Sin embargo, más allá de las palabras bonitas, esos exitosos perfiles esconden un lucrativo negocio que destroza la vida de sus víctimas: las conocidas como estafas emocionales. Emilia Zaballos es una abogada especializada en estos temas. A través de la asociación que vicepreside, estafasemocionales.es, ayuda a decenas de personas que han caído en las garras de estos timadores de Internet. “En 2021 se movieron más de 547 millones de euros por este tipo de estafas. Con la llegada de la pandemia y la imposibilidad de relacionarnos físicamente, estos fraudes aumentaron radicalmente. Estamos hablando de un incremento de un 80%. Pero esas cifras de crecimiento se mantienen. De hecho, en el último año, han subido en hasta un 24%”, cuenta.

La puerta de entrada de estos cibercriminales es siempre la misma: las redes sociales. Una solicitud de amistad, un mensaje o una interacción suelen marcar el inicio de la estafa. “Normalmente cuando contactan son personas con pocos contactos. Pueden seguir a mucha gente, pero pocos les siguen. Esa es una señal que ya debería alertarnos”, dice Zaballos. Sin embargo, el primer contacto no es el comienzo de estas estafas. “Saben cómo actuar. Tienen mucha psicología para detectar las carencias de las víctimas y, así, cubrirlas. Hay personas que necesitan cariño y les envían mensajes. A otros les atrapan a través de fotografías de hombres o mujeres atractivas. Son grandes analistas: sacan información de los círculos de amistad en redes y, después, son capaces de sacar lo que quieren de las víctimas”, explica.

Tras el amor virtual, una organización internacional

Los perfiles individuales de los timadores esconden una realidad más compleja: tras ellos se encuentran, en muchos casos, organizaciones internacionales dedicadas a estafar a las víctimas, según Zaballos: “Cuando tienen la información de la presa, empiezan a cercarla y a darle lo que quiere. Primero la amistad, después la confianza y, por último, el amor. Llegan a ser relaciones sentimentales. Virtuales, sí, pero relaciones en toda regla. A partir de ese momento, si el amor de tu vida te pide algo, ¿cómo no se lo vas a dar?”.

Pedir dinero suele ser uno de los últimos pasos que dan estos estafadores, puesto que es una de las conductas que más alerta a las víctimas. Sin embargo, cuando han ganado su confianza, estos profesionales comienzan a solicitar ingresos económicos de diferentes formas. “Nunca van a pedir una transferencia, porque pueden revocarse. Suelen pedir tarjetas regalo o telefónicas. También a través de agencias de envío de dinero. Utilizan recursos donde es difícil hacer el seguimiento”, afirma Zaballos.

El perfil de la víctima: mujer de entre 65 y 75 años, vulnerable

Las víctimas son minuciosamente escogidas por los estafadores profesionales, tal como asegura Marien Viyella, psicóloga forense. Estudian en qué situación se encuentra para, así, tratar de atacar por los lugares más efectivos. “La víctima suele ser, en un 75% de los casos, una mujer. Se trata de mujeres que están solas, emocionalmente deprimidas, vulnerables y que tienen poco manejo de las redes sociales”, cuenta la psicóloga.

Los estafadores fijen una relación con las víctimas que, para ellas, es completamente real. Eso dificulta, explica Viyella, no solo la recuperación, sino que se presenten denuncias. “No nos enteramos muchas veces por la vergüenza que sufren las víctimas. Vergüenza y dolor, especialmente, porque se sienten engañadas por personas a las que querían. Suele ser algún familiar el que, cuando se entera, avisa. Pero incluso cuando el entorno cercano avisa a las víctimas, insisten en que es una situación real. Lo que sufren una vez caen en la cuenta es lo más parecido a un duelo”, dice Viyella.

Recuperar el dinero, prácticamente imposible

Hay víctimas que han llegado a perder medio millón de euros, según la abogada Emilia Zaballos. Aunque no todas las cantidades llegan a ese nivel, la pérdida patrimonial suele ser importante. De media, relata la letrada, las cantidades estafadas rondan los 30.000 euros. “Hay que tener en cuenta que no piden esas cantidades de golpe, sino poco a poco con diferentes excusas a lo largo de los meses o años que pueden durar estas estafas”, asegura Zaballos.

Sin embargo, perseguir a estos delincuentes resulta complejo. Por una parte, explica la jurista, porque al ser organizaciones internacionales, los estafadores pueden residir en cualquier parte del mundo. Pero, además, cuando se les detiene es complicado obtener una sentencia favorable, puesto que se declaran insolventes o, en muchos casos, estos fraudes se consideran donaciones voluntarias efectuadas en una relación de pareja: “Existe una relación emocional —aunque sea virtual— y, en estas, el delito de estafa no existe. Pero no es lo mismo. No es lo mismo que tu marido o tu pareja pierda un dinero que le has dado a que una persona finja ser tu pareja y te pida dinero con el único fin de estafarte. Pero para hacer algo es necesario que las víctimas se unan. No están solas y hay mucha gente que ha pasado por esto. La unión, en este caso, hace la fuerza y, si todas las víctimas se unen, podemos conseguir mitigar estas estafas”.