Entrevista con el recién elegido director en propiedad del Nuevo Liberalismo. Rechaza la posición y opiniones de personajes públicos que le han renunciado, incluso esta semana, por considerar que solo un Galán tiene opción real de manejar los destinos de esa colectividad. Insiste en que hay una organización política colegiada y robusta y afirma que las críticas provienen de quienes desconocen los esfuerzos que se han hecho para revivir “un partido masacrado” hace 30 años.
“La coalición de centro podría rehacerse”, indica Juan Manuel Galán.
Hace unos días se realizó el congreso nacional del Nuevo Liberalismo y usted fue elegido director del partido. Esta decisión parecía natural, pero ¿fue democrática? ¿Hubo oportunidad para otros aspirantes?
El propósito del congreso del Nuevo Liberalismo fue acatar la sentencia de la Corte Constitucional que le restituyó la personería jurídica a un partido masacrado por una alianza criminal entre narcotraficantes, paramilitares, políticos a su servicio y miembros de la Policía, el DAS y el Ejército de hace 30 años, cuando más de 50 de sus miembros fueron asesinados. Antes de este encuentro nacional, se realizaron 29 asambleas departamentales y una en el exterior. En todas ellas se eligieron comités coordinadores y a alrededor de 260 delegados que tomaban decisiones que serían sometidas, luego, a consideración del pleno, incluida la elección del consejo nacional, el nombre del veedor y la dirección nacional. Es decir, el congreso estuvo rodeado de todas las garantías.
¿Qué personas de renombre político participaron y a nombre de cuáles grupos locales?
Participaron miembros históricos del partido y cofundadores del Nuevo Liberalismo de los años 80, como el exsenador Ernesto Rojas, los excongresistas Rafael Amador, María Cristina Ocampo, José Corredor, Hugo Velásquez y Víctor Reyes, el exgobernador Gustavo Bernal y otros dirigentes de aquella lucha heroica. Y con ellos, nuevos líderes, entre estos, muchos jóvenes y una copiosa dirigencia femenina; también los dirigentes electos. No se nos puede olvidar que obtuvimos cerca de un millón de votos, en total, en las elecciones pasadas.
Muchos o pocos votos, dependiendo del punto de vista con que se analicen, ¿pero quién lo postuló a usted para la dirección?
La congresista Julia Miranda, a quien también habían postulado para directora. Ella declinó la oferta y la mayoría de los delegados votó por mí: doce votos negativos y más de doscientos a favor.
A pesar de todas sus explicaciones, da la impresión de que el Nuevo Liberalismo se maneja, de manera excluyente, en el entorno de la familia Galán.
Es fácil decir para quien no conoce el esfuerzo inmenso que ha sido recuperar y reconstruir el partido y para quienes no saben cómo ha sido el trabajo de miles de personas que han participado. Desestimar los resultados obtenidos porque soy hijo de Luis Carlos Galán. No he heredado un partido: he luchado por devolverle al país la oportunidad de tener una colectividad depositaria del ideario galanista. La respuesta a su primera pregunta es sí: esta fue una elección democrática y hubo oportunidad para que cualquier delegado se postulara. Ninguno, y me incluyo, vino a reclamar dignidades por derecho propio. Era necesario ganarse el respeto y el reconocimiento de los delegados.
Insisto en su elección porque no es un secreto que no todos estuvieron de acuerdo. Por eso renunció al partido, hace unos días, José David Castellanos, quien ha prestado la robusta estructura política que tiene en Bogotá para apoyar campañas de Carlos Fernando Galán. ¿Cuáles son las razones del descontento de Castellanos?
Desde cuando el consejo nacional del partido me designó, en marzo, en la dirección nacional, hemos escuchado a los sectores del partido. Todas las decisiones han sido consultadas y tomadas institucionalmente. José David quedó descontento con la ubicación en la lista al Senado para las elecciones pasadas, y lo comprendo. Pero en reconocimiento a su representatividad, su grupo político recibió la cabeza de lista a la Cámara de Representantes, en cuatro departamentos. A pesar de su retiro, gente muy valiosa de su organización ha decidido mantenerse en el Nuevo Liberalismo. Le deseo muchos éxitos en el camino que decida tomar.
Castellanos asegura que aprendió de Luis Carlos Galán que “el ejercicio político no puede depender de un solo líder”. Uno deduce, entonces, que está en desacuerdo con su nombre para dirigir el partido.
El Nuevo Liberalismo ha sido víctima de conspiraciones y atentados físicos y morales. No es la primera vez que se intenta usar la difamación para asesinar, moralmente, al partido y a sus dirigentes. Ahora ha hecho carrera, entre los que nos quieren destruir la esperanza del renacer del galanismo, el cuento de que somos una “empresa política” debido a que, como hijos de Galán, asumimos la obligación de dedicar nuestras vidas a salvar sus ideas por considerarlas esenciales para salvar el país. Hemos sacrificado todo para dedicarnos con integridad a esa misión fundamental. Esos mismos críticos no dicen nada frente a la existencia de redes de corrupción familiar, compra de votos, de contratos y herencia de cargos para primos, hermanos y esposas, mientras sus patrones están en la cárcel.
En todo caso, que las cabezas visibles del Nuevo Liberalismo sean los hermanos Galán no transmite una idea de amplitud directiva, y no porque no tengan tanto derecho como otros líderes, sino porque ese hecho parece excluyente. ¿Quiénes, aparte de ustedes, tienen mando y dirección nacional en su colectividad?
El partido tiene una institucionalidad bien definida. Las decisiones de envergadura están en muchas manos y no hay una sola persona que pueda disponer sobre todo o que pueda imponer sus deseos.
La renuncia de otros miembros del Nuevo Liberalismo deja la impresión de que se trata de una crisis mayor. Por ejemplo, el retiro de cinco de los ocho candidatos que encabezaban la lista al Senado: Carlos Negret, Mábel Lara, Yolanda Lara, Viviana Perea y, ahora, Castellanos. Negret dijo que “a las erradas decisiones políticas de su dirigencia… me encontré con que… el talante democrático y el pluralismo… no gobiernan la organización interna” ¿Qué puede argumentarle?
Tuvimos apenas un mes entre la devolución de la personería del partido y el cierre de inscripción de candidatos para armar nuestras listas al Congreso de la República. No contábamos con organización territorial y tuvimos que financiar la campaña con préstamos bancarios. Quisimos ofrecer a los electores una opción renovadora, diversa e inspirada en un liderazgo colectivo. Por eso la lista al Senado fue cerrada, cremallera y encabezada por Mábel Lara, una afrocolombiana de Puerto Tejada, Cauca. Mujeres muy valiosas como las que usted menciona hicieron parte de las listas. Sandra Borda fue, también, la directora programática de mi campaña presidencial. Las personas invitadas a conformar las listas no fueron llamadas solo para una candidatura sino para construir partido, que significa honrar la palabra, cumplir los acuerdos suscritos, aceptar el resultado de la consulta presidencial y apoyar al ganador. También significa respetar al elector, ser coherente entre las ideas que se defienden y las posturas que se asumen.
¿Y por qué recuerda todo eso? ¿Qué quiere decir?
Que todos teníamos el compromiso de apoyar a Sergio Fajardo en primera vuelta. Sin embargo, el doctor Negret decidió inclinarse por el aspirante del duquismo-uribismo y del continuismo: Federico Gutiérrez. Todos los demás candidatos apoyamos, hasta el final, en mayor o menor grado, a Fajardo. Para la segunda vuelta, a pesar de que la decisión mayoritaria del Nuevo Liberalismo fue respaldar a Rodolfo Hernández, se respetó la decisión de algunos en el sentido de votar por Petro.
Pero usted adhirió a Rodolfo Hernández. Y lo que pasó no fue grato: primero, él lo recibió con displicencia; segundo, salió hablando mal de usted, ¿Cree que visitar a Hernández fue un error? ¿Qué reflexión hace hoy?
La decisión fue colegiada y no solo participé yo sino todos los sectores. Cerca del 75 % de los miembros del partido prefirieron la opción de Hernández porque al Pacto, de Petro, estaba llegando la clase política responsable del saqueo del erario. Sin embargo, la actitud de Hernández indicaba que no quería competir por la presidencia y, a pesar de eso, obtuvo 10’600.000 votos. También fue un error de él abandonar la curul en el Senado, en donde se esperaba un ejercicio de control político, bajo su liderazgo, en torno al gobierno Petro. En lo personal creo que, cuando renunció a la curul, Hernández decepcionó a mucha gente.
Imposible no recordar el retiro alterado de su partido de quien ha sido compañero de generación, de carrera política y de vida como víctimas del asesinato de sus padres: Rodrigo Lara Restrepo. Él también le dio un portazo al partido cuando, según dijo, nunca tuvo oportunidad de competir por la precandidatura presidencial con usted.
Nada ha sido fácil para el Nuevo Liberalismo. No lo fue en su primera época de la década de 1980 ni tampoco lo ha sido en su resurgimiento. Estuvimos cuatro años luchando por restablecer el partido desde el desierto político, a pesar de no haber tenido ningún apoyo de Rodrigo Lara. Apenas se conoció el fallo el 5 de agosto (de la Corte Constitucional), lo invité a participar en la difícil reorganización. Pasaron tres meses de silencio y, súbitamente, el 7 de diciembre manifestó su interés en ingresar. Los consejeros del partido, líderes históricos como Hugo Velásquez, Rafael Amador, María Cristina Ocampo y José Corredor, decidieron admitir, condicionalmente, el ingreso de Rodrigo, quien era senador en ejercicio por el partido Cambio Radical. Y el texto de la resolución de ingreso fue acordado con el propio Rodrigo. Después cambió de parecer y decidió que le era útil atacarnos en los medios.
Lo cierto es que él ha sido muy duro en sus críticas contra ustedes y contra el Nuevo Liberalismo bajo su liderazgo, pero usted no le ha contestado directamente.
Preferimos dedicar las energías a construir una organización con gente ajena a la maquinaria política y a la feria de avales. En eso estamos. Y yo, personalmente, me encuentro muy agradecido con el compromiso de tantas personas valiosas que se siguen sumando a la causa de las ideas galanistas. No por el culto nostálgico a una personalidad, sino porque tenemos identidad con un legado de ideas y principios que queremos reivindicar para buscar una nueva sociedad a través de la transformación de las costumbres políticas.
Iván Marulanda, cofundador del Nuevo Liberalismo original, es decir, el que se creó bajo el liderazgo de Luis Carlos Galán, fue el primero en retirarse, hace ya un año, por lo que llamó “intromisión de las cortes” en la designación de dignatarios de su colectividad. ¿Él y otros compañeros de su padre se anticiparon a lo que iba a pasar este año?
La lucha política de Iván Marulanda es parte del patrimonio del Nuevo Liberalismo. Quizá las decisiones de las cortes no le satisficieron en su totalidad, por más que abrieron la puerta para el renacer del partido para el que había sido fundamental. De verdad lo lamento. Las puertas nunca se cerraron para él. De hecho, fue invitado a participar en este congreso del Nuevo Liberalismo, pero él declinó la invitación.
Permítame le insisto: si la organización del Nuevo Liberalismo es tan precisa y meticulosa como usted la describe, ¿por qué tan pocos la reconoce como tal?
Por desconocimiento: no han participado en el proceso interno a pesar de que hemos invitado, en reiteradas ocasiones, a muchos, entre estos a algunos de nuestros críticos. No están enterados del esfuerzo inmenso que hemos tenido que hacer en medio de circunstancias, desde todo punto de vista, adversas por la carencia de recursos y las dificultades de reconstruir un partido exterminado y desaparecido de la escena política por más de tres décadas.
Usted dijo, en esa reunión de hace unos días, que se iniciaba una era diferente para el centro político y que este “aprendió de las experiencias que dejó la coalición Centro Esperanza”. Añadió: “Reconocemos nuestros errores…”. ¿Se arrepiente de haber integrado esa unidad, a pesar de que la semana pasada lo acompañaban Fajardo y Robledo, entre otros políticos ajenos al Nuevo Liberalismo?
La coalición no fracasó por sus ideas sino porque, sin duda, hubo torpeza política. Pero, ante todo, porque se montó una conspiración en contra de ella desde los extremos y con participación de un establecimiento que pensó que podía repetir el experimento de apostarle a la derecha y elegir a otro Duque. Minaron la credibilidad de la coalición, demeritaron sus programas, asfixiaron las comunicaciones. La polarización del país tampoco ayudó. De otro lado, cometimos errores: discutir públicamente, trabajar sin estrategia, carecer de mecanismos ágiles en la toma de decisiones y no competir en debates. De los errores se aprende y agradezco ese aprendizaje. Reconozco en mis compañeros de coalición el deseo sincero y honesto de ofrecerles a los colombianos una opción distinta a la polarización y la guerra política a la que han querido condenarnos.
Entonces, ¿el Nuevo Liberalismo hará alianzas con partidos de centro, otra vez?
Nos declaramos partido independiente y estamos abiertos a aliarnos con otros sectores independientes o alternativos y con quienes quieran transformar la política alejada del clientelismo, la compra de votos o vínculos con estructuras criminales. No compartimos la actitud de oposición irracional del Centro Democrático; tampoco la cobardía de la coalición de gobierno que, por puestos, le votan todo. Hemos estado conversando con Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo para buscar acercamientos y caminos comunes con [los movimientos] Compromiso Ciudadano y Dignidad. También tenemos diálogos muy constructivos con Humberto de la Calle y Daniel Carvalho, quienes muy amablemente aceptaron dirigirse a nuestro congreso.
De la Calle y Carvalho están “presos” en el corral de Ingrid Betancourt. ¿Podrían migrar hacia el Nuevo Liberalismo si se aprueba la reforma política?
Depende de lo que se apruebe sobre transfuguismo en la reforma. Hay interés en que ese artículo pase en la reforma, porque no son solo dos sino muchos los “presos” de los partidos. Por ejemplo, varios miembros del Verde podrían migrar hacia el Nuevo Liberalismo. Así me lo han expresado algunos de ellos.
“Hemos sobrevivido con las uñas”
Un reclamo que se ha hecho sobre el congreso nacional del Nuevo Liberalismo que se celebró, hace unos días, es que, ahí, no hubo rendición de cuentas financieras o jurídicas ¿Por qué no se informó a sus militantes sobre esos asuntos tan indispensables para el funcionamiento de su organización política?
Esa afirmación de algunos, bordea la difamación. Sobre las cuentas, toda la información es pública y está registrada ante el Consejo Nacional Electoral, como es obligatorio hacerlo. Además, es de público conocimiento que llevamos más de un año de funcionamiento del partido y solo recibimos fondos del Estado por $160 millones de pesos en el pasado mes de julio ¡Imagínese la cifra irrisoria para atender las cargas que la misma ley le impone a todo partido político! Hablamos de auditoría, contadores, abogados para atender todos los requerimientos, página web y procesos administrativos con menos de $10 millones mensuales. Hemos sobrevivido gracias a los voluntarios, a donaciones menores, incluso minúsculas, todas muy significativas, todas registradas. No se imagina el esfuerzo económico para poder realizar el congreso del partido. Fue con las uñas.
“Seremos el partido de las ideas liberales”
Después del análisis sobre la aparente crisis de su partido, ¿cuál es su evaluación sobre el presente y futuro del Nuevo Liberalismo?
Haciendo un símil con el fútbol, nos dieron el cupo para jugar un mes antes del campeonato; en ese mes armamos el equipo y entrenamos lo que pudimos, sin patrocinio; confundieron nuestro uniforme con el de otro equipo y tuvimos el árbitro en contra. Sin embargo, logramos medio millón de votos para la Cámara de Representantes, a nivel nacional, con dos representantes electos: Julia Miranda y Juan Sebastián Gómez; obtuvimos 370 mil votos al Senado y medio millón de votos en la consulta presidencial. Eso demuestra el enorme potencial que tiene el equipo Nuevo Liberalismo. Ahora, para las próximas elecciones regionales, aspiramos a tener candidatos a las alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas para avanzar en el propósito superior. Dicho de una manera más concreta, el Nuevo Liberalismo va a convertirse en el centro de gravedad de las ideas liberales, progresistas, defensoras de la democracia, de los derechos humanos y del Estado de Derecho.
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