Los Suns, tocados y hundidos
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De donde no hay no se puede sacar. Y todo lo que se suponía que había no ha aparecido en Phoenix Suns. El 3-0 ante los Wolves tras la derrota en el primer asalto celebrado en Arizona confirma que no hay por donde coger un proyecto mastodóntico en el que se habían juntado Kevin Durant, Devin Booker y Bradley Beal. Una cantidad ingente de talento que, sin embargo, no se ha traducido en éxito. El sexto puesto de la Conferencia Oeste tras una regular season llena de altibajos, pero con un buen final, no sabía mal del todo. Al fin y al cabo se evitaba así a unos Nuggets que se están merendando a los Lakers y son favoritos a repetir título. Y enfrente iban a estar unos Timberwolves de los que se presuponía inexperiencia y cierta tendencia a liarla en los momentos importantes. No ha sido así: la franquicia de Minnesota ha demostrado una madurez maravillosa y el talento puro y duro también lo ha habido en su plantilla. A cambio, nada: una primera derrota por 25 puntos, otra segunda por 12 y un tercer asalto (109-126) en el que los visitantes se han escapado cuando han querido, en el tercer cuarto, con una reacción apática e imberbe de unos Suns que no dan para más.
La superioridad mostrada por los Wolves, tanto en este partido como en el resto de la serie, ha sido brutal. Ni siquiera hubo opción de eso que se ve tanto en playoffs, el equipo local y necesitado haciendo un inicio brutal. Los de Chris Finch (que opta al premio a Mejor Entrenador) manejaron desde los comienzos distancias cortas, ensancharon su ventaja poco a poco y la destrozaron en el tercer cuarto con un parcial de 20-36. Los intentos desesperados en la parte final de los Suns no sirvieron para nada. Al final, Frank Vogel es un buen entrenador cuando tiene las piezas que le gustan (quintetos altos, defensores polivalentes, un pívot intimidador), pero con una plantilla de semejante perfil ofensivo es difícil manejarse. Poca rotación por los abultados contratos (cobrarán más de 150 millones de dólares de forma combinada el curso que viene) del big three, muchos jugadores de rol y todo el peso interior para un Jusuf Nurkic que ha cuajado una temporada estupenda a pesar de las lesiones sufridas en el pasado reciente, pero que no tiene nada que hacer ante el poderío interior de los Wolves, que tienen ahí una de las parejas más dominantes de la competición con Karl-Athony Towns y Rudy Gobert, este último favorito al premio a Mejor Defensor.
La mejor historia del partido es que, en realidad, no tuvo historia. Los Suns llegaron a ir perdiendo de 24 y no fueron por delante en todo el partido. Perdieron la batalla por el rebote de forma brutal (33 a 60), perdieron el poco peso que han tenido en una zona totalmente dominada por Gobert (19 puntos, 14 rebotes) y tuvieron al peor Nurkic de la temporada, uno completamente desdibujado 3 tantos en 26 minutos. En el chorreo de juego interior participó Towns, claro, que sumó 18 y 13. Por el resto, 16 tantos de Nickeil Alexander-Walker, 13 de Naz Reid y 15, con 7 asistencias, de un Mike Conley cuya sapiencia es infinita y cuya experiencia y solidaridad ha permitido mantener unido un grupo que parecía difícil de cuadrar. El base es la extensión de Finch en pista y la química fluye de forma sencilla y mecánica, como si fuera fácil mantener la espiritualidad y focalizarse en el objetivo. Y ahora, los Wolves están a un paso de superar la primera ronda de playoffs por segunda vez en su carrera, tras pisar las finales de Conferencia en 2004, con Kevin Garnett de mesías y la ciudad volcada por un hecho histórico. Han sido 20 años de espera, pero nadie ha remontado jamás un 3-0. Y no parece que vaya a ocurrir ahora.
Por encima de todo eso, un nombre propio: Anthony Edwards. 36 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias para una estrella ya consolidada, que da el relevo generacional en esta serie a un Kevin Durant que hace lo que puede, sin ser eso lo suficiente (25 tantos). Edwards manejó la parte final como quiso, con posesiones largas y percutiendo el aro para buscar faltas. Y no dudó desde la personal: 11 de 11 en tiros libres y una demostración de sensatez brutal para un jugador que cumplirá 23 años este verano. En los Suns, Beal intentó tirar al final del carro (28, con 6 de 11 en triples) y Devin Booker representa como nadie el fracaso de un proyecto, con 23 insuficientes puntos, quedándose muy detrás de Edwards y con una apatía que no demostraba hace no mucho, pero que parece haberse adueñado de su persona. De una forma u otra, la situación no tiene solución. Los Suns pondrán rumbo a un verano de reflexión más que necesario en el que tendrán que decidir si mantienen el bloque y optan por una línea continuista o deciden traspasar a alguno de los componentes del trío dinámico que no lo ha sido. Pero la dificultad para mover semejantes contratos será notoria y algo a tener en cuenta. Los Wolves, por su parte, pondrán rumbo a segunda ronda en una serie que prometía ser igualada y está siendo un baño y masaje para un equipo que se las vería con los Nuggets en semifinales. En fin, esa ya será otra historia. Y habrá que contarla en otra ocasión. Cuando toque, claro.
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