Inés Domecq presenta su nueva colección en pleno “pescaíto” de la Feria de Abril, arropada de sus incondicionales

Inés Domecq presenta su nueva colección en pleno “pescaíto” de la Feria de Abril, arropada de sus incondicionales

Anochece en Feria y se procede al alumbrao de la portada que cada año esperan los sevillanos como agua de abril. Mi tía Vega Royo-Villanova ha ido antes a la caseta para la sesión de fotos reglamentaria de ¡Hola!, Inés Domecq lo ha vuelto a hacer. Tras la celebrada presentación de su colección del pasado año en el Palacio de Dueñas, se ha superado llevando sus diseños sobre el albero de la Feria. “Es la primera vez que una marca presenta su colección en la misma Feria”, me dice Inés mientras sus modelos empiezan a desfilar por la caseta. Yo llego corriendo de La Maestranza, donde Manuel Escribano dejó un pedazo de leyenda. La colección de Inés, Negro Azabache, respira España por los cuatro costados, por eso no podía presentarse de otra manera.

Llego en pleno desfile, con las primeras jarras de rebujito recién servidas. Las primeras en apoyar a Inés, sus hermanas, Curra y Mercedes, y su marido, claro, Javier Martínez de Irujo. Raúl Romero, fiel escudero de Inés, ha conseguido que todas las invitadas vistan de IQ sin repetir modelo. Me siento con Vega, a mi lado un portugués en su primera Feria y la mujer de un embajador, conversación discreta para empezar la noche.

—¿Qué opinamos de Adriana Abascal? —me dice la embajadora.

—¿Así de repente?

—No, porque la tenemos enfrente —aclara divertida.

La modelo mexicana despierta pasiones, algunos incluso se tienen que levantar de su lado de plena excitación. Como siempre, genial y divertidísima, Sandra Kindler von Knobloch y su marido, el arquitecto Miguel Olazábal me instan al cante. Aprovecho el momento para ir al cuarto de baño y echar un vistazo en busca de anécdotas para la crónica. Ahí me encuentro a Juanma Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, recolocándose el pin preceptivo de la portada. “No me convence, es demasiado grande”, me dice mirando de reojo el mío. Vuelvo con perfil bajo a mi mesa cuando un huracán de energía frenética –incluso para Feria– me rescata, es Aldo Comas, marido de Macarena Gómez, que tampoco se ha perdido el evento. Nos sentamos con Eugenia Martínez de Irujo que, sin Narcís, también está de perfil bajo. Menos mal que sacan un solomillo al whisky a tiempo. A su hija, Tana Rivera, la he visto al principio, pero ya ha desaparecido. En la mesa de al lado están los influencers, el team incondicional de Tomás Páramo, su mujer, María García de Jaime y Victoria Marichalar, a los que se les ha unido Pepe Barroso.

—Yo soy el fan número uno de Roca, pero hoy no tenía toro —digo en busca de polémica.

—No estoy de acuerdo, el segundo toro ha sido bárbaro —me dice Elena S. Sánchez en defensa del Vitorino, antes de saludar a El Juli.

El Tío Pepe empieza a hacer su efecto, recogen las mesas y los invitados se dejan bailar. Andrea Pascual, espectacular, saca sus pasos prohibidos mientras su marido, Beltrán Gómez Acebo, le acompaña con la mirada y su amiga, Mercedes Figueras se hace con un saxofón y con la noche. Bailo terriblemente con Laura Pons y decido retirarme antes de un mal mayor. Por ahí siguen Teresa Baca, sevillana ejemplar, Fiona Ferrer, wacu girl, Casilda Finat, la chica que hizo negocio de la marca de joyas que todas las niñas bien tienen en algún momento, Johanna Müller, el mejor catering de Madrid, Costanza Manfredi, PR de Chanel, Amelia Bono, recién divorciada, Cari Lapique, encantadora, y tantos otros. Pero supongo que preferirán ver las fotografías y criticar sus looks antes de leer sus nombres en negrita. Queda inaugurada Feria –y la nueva colección de IQ–.

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