La Nueva Ruralidad en América Latina y el Caribe
El enfoque tradicional subestima la importancia de lo rural y desconoce los cambios demográficos, económicos y medioambientales de décadas.
Economía
La Nueva Ruralidad en América Latina y el Caribe
Novedoso concepto de lo rural proponen la Cepal y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola.
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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida) consideran que es indispensable cambiar la concepción que contrapone el campo a las ciudades y dejar de ver lo rural como zona de atraso, y asumirlo como una zona de oportunidades, como territorios con un gran potencial de desarrollo y articulación.
En América Latina y el Caribe la vida en el campo está marcada por la pobreza y la desigualdad frente a la urbana, y ese cambio de concepción transformaría la situación si se abre paso a una nueva narrativa sobre la ruralidad en la región. “La Nueva Ruralidad plantea que es necesario superar la visión tradicional que contrapone las zonas rurales y las urbanas, reconociendo la existencia de distintos grados de ruralidad en los territorios y de una mayor interacción entre ellos”, afirma la ONU. “El objetivo general del proyecto ‘Nuevas narrativas para una transformación rural en América Latina y el Caribe’ es redefinir los límites y alcances de la definición clásica de la ruralidad, con miras a generar un trabajo analítico sobre las transformaciones recientes de la ruralidad en América Latina y el Caribe”, dice a EL TIEMPO Ramón Padilla, jefe de la Unidad de Desarrollo Económico de la Sede Subregional de la Cepal en México. Se trata de “una iniciativa de asistencia técnica, para el fortalecimiento de capacidades y el mejoramiento de políticas públicas”, explica. Señala que la Cepal y el Fida implementaron el proyecto de colaboración técnica para una transformación rural en América Latina y el Caribe.
La Nueva Ruralidad “busca redefinir los criterios oficiales para medir lo rural, lo que permitirá evidenciar la nueva realidad rural y estudiar las brechas estructurales que la caracterizan, para reducir la pobreza y la desigualdad”, según la ONU.
Lo que proponen las entidades es “una nueva aproximación al concepto de ruralidad en México y América Latina con el objetivo de focalizar la acción pública para reducir las desigualdades y avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”. La Nueva Ruralidad “busca redefinir los criterios oficiales para medir lo rural, lo que permitirá evidenciar la nueva realidad rural y estudiar las brechas estructurales que la caracterizan, para reducir la pobreza y la desigualdad”, según la ONU. Expertos explican que el estudio que realizaron analiza las limitaciones de las mediciones actuales de la ruralidad en América Latina, y en la mayoría de la región se hace una lectura dual, es decir, solo consideran dos tipos de territorios: urbano o rural. Sostienen que ese enfoque tiende a subestimar la importancia del mundo rural y no reconoce la existencia de una gran diversidad de espacios intermedios, ni las transformaciones demográficas, económicas y medioambientales experimentadas en las últimas décadas en las zonas rurales. “Mucha gente en nuestros campos sencillamente ya no tiene cómo vivir, sin servicios o incentivos comparables con los de la ciudad, produciendo menos y con menor remuneración, bajo la amenaza de más enfermedades y pobreza”, dijo a la agencia internacional de noticias Inter Press Service (IPS) el productor cafetalero venezolano Vicente Pérez.
Otra concepción
“El proyecto busca reemplazar la narrativa dominante –reduccionista y marginadora– de las áreas rurales como estáticas y atrasadas, por otra que reconozca los desafíos y las oportunidades de la Nueva Ruralidad”, afirmó Rossana Polastri, directora regional de la División de América Latina y el Caribe del Fida. En lo rural, América Latina “ha experimentado diversas transformaciones y mutaciones en materia económica, territorial y demográfica en las últimas décadas”, y esos cambios obligaron a nuevos conceptos y formas de interpretación y análisis, como el de la Nueva Ruralidad”, añade. Explica que esas transformaciones plantearon “la necesidad de repensar los paradigmas de las políticas públicas de desarrollo rural, dado su relativo rezago económico y social frente a los espacios urbanos en la región. La comprensión incompleta de lo rural afecta significativamente el diseño y la ejecución de políticas públicas. Una definición dicotómica y estática encubre realidades socioeconómicas y su dinámica”. Cita como ejemplo el caso de México, donde, de acuerdo con la definición oficial, las localidades con más de 2.500 habitantes son consideradas zonas urbanas y el 22 % de la población vive en espacios rurales. “El desarrollo de nuevas metodologías de medición, como el índice relativo de ruralidad (IRR), arroja que más del 40 % de la población en México vive en espacios con menor o mayor grado de ruralidad”, afirma.
Agrega que “el 40 % de la población urbana y el 65 % de la población rural viven en condiciones de pobreza. Las nuevas metodologías de medición, que arrojan un espectro de 10 grados de ruralidad, ilustran que los espacios más plenamente rurales reportan una incidencia de la pobreza del 71 %, mientras que los menos rurales, del 44 %”. El proyecto de la Nueva Ruralidad ya se implementó en Costa Rica, El Salvador, México, Panamá y la República Dominicana, con la idea de llevarlo después al resto de América Latina. Esos cinco países piloto, que contaban con la información estadística necesaria para estimar las nuevas propuestas de medición de lo rural, en la actualidad “son atendidos desde la Sede Subregional de la Cepal en México”, según Padilla. La primera fase del proyecto fue “analizar los alcances y las limitaciones de las metodologías de medición vigentes en los países seleccionados, y desarrollar, a partir de los aportes de la teoría de la Nueva Ruralidad, tres índices alternativos de ruralidad”. La segunda fase comprendió la elaboración de mapas que presenten escenarios alternativos de ruralidad y la caracterización socioeconómica de los países seleccionados a partir de la nueva realidad rural presentada. La tercera fase se centró en el análisis de los aportes de los escenarios alternativos de ruralidad en materia de política pública, con una aplicación concreta en dos ejercicios en cada uno de los países seleccionados.
El proyecto de la Nueva Ruralidad ya se implementó en Costa Rica, El Salvador, México, Panamá y la República Dominicana, con la idea de llevarlo después al resto de América Latina.
El proyecto se centró en América Latina y el Caribe por ser el ámbito de acción de la Cepal, afirma Padilla. Añade que, además, de la Cepal y el Fida, la implementación del proyecto de la Nueva Ruralidad en las naciones mencionadas contó con la colaboración de los países de la región. Las nuevas metodologías y herramientas de medición de la ruralidad contenidas en el libro Nuevas narrativas para una transformación rural en América Latina y el Caribe, elaborado por la Cepal y financiado por el Fida, fueron recientemente presentadas en la Sede Subregional de la Cepal en México.
Grandes transformaciones
El libro explica que los espacios rurales de la región han vivido importantes transformaciones económicas, sociales, demográficas y culturales y que “ya no son sinónimo de actividad agropecuaria, y su mayor grado de interacción con los espacios urbanos ha repercutido significativamente en las identidades de las poblaciones y las características de los territorios”. Pero señala que las transformaciones en América Latina y el Caribe “se han mantenido relativamente invisibilizadas desde una perspectiva estadística y de política pública debido a la prevalencia de formas dicotómicas y estáticas de medir y caracterizar los espacios rurales”. Por eso, en el estudio la Cepal presenta “metodologías renovadas para redefinir y caracterizar la ruralidad, y se analizan sus implicaciones en materia de política pública. Una redefinición en que se reconozca la heterogeneidad y riqueza de los espacios rurales abre oportunidades para el diseño de políticas públicas de desarrollo rural innovadoras que aceleren el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. “La nueva aproximación de la ruralidad debe reflejar el carácter diverso y dinámico de los espacios rurales, que están en continua transformación e interacción con otras áreas. Además, sienta las bases para mejorar las condiciones de vida de la población rural”, dijo Donald Brown, vicepresidente adjunto del Departamento de Administración de Programas del Fida, en el evento de la Cepal en México. Padilla resalta el fuerte componente participativo y de construcción de capacidades del proyecto.
En Colombia, la Nueva Ruralidad, que se ha desarrollado cuidadosamente, nace como “una propuesta que pretende dar solución a las múltiples problemáticas y contribuir a la construcción de la paz”, afirma el trabajo de grado realizado por las economistas Érika Carrillo y Daniela Useche, de la Universidad de La Salle. Eso significa que para llegar a la nueva ruralidad local es preciso tener en cuenta el marco histórico del campo colombiano, que “ha sido la cuna de las principales problemáticas del país, generando una crisis continua en el sector rural, producto de factores políticos e ideológicos, la estructura de la propiedad, las relaciones de trabajo, el uso y tenencia de la tierra, la falta de intervención del Estado y la economía del narcotráfico”, dicen las autoras. La acción pública, reducción de las desigualdades y el avance en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son algunas de las prioridades más importantes de la Nueva Ruralidad. Entre los 17 objetivos, firmados por 193 países en 2015 para ser alcanzados en 2030, figuran la igualdad y prosperidad entre los seres humanos y la protección del planeta.
AUTOR: GLORIA HELENA REY PARA EL TIEMPO
Orlando Restrepo
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