La palabra que siempre acaba rompiendo relaciones y que todos usamos más de la cuenta

La palabra que siempre acaba rompiendo relaciones y que todos usamos más de la cuenta

Las relaciones siempre son complicadas y, de hecho, pueden acabar rompiéndose por razones de las que ni siquiera somos conscientes en un primer momento y que, por ello, no somos capaces de cambiar. Los expertos afirman que una simple palabra puede tener consecuencias sobre su curso. Y aunque a todos nos sorprenda, es un simple verbo: “deberías”.

Usamos esta palabra cuando queremos que el otro cambie algo en su forma de actuar o pensar; pero lo que no percibimos es que, muchas veces, estas expectativas que tenemos de ellos pueden acabar haciendo que se saturen y que, poco a poco, vayan desarrollando cierto resentimiento hacia nosotros y hacia la propia relación.

“Deberías saber lo que quiero”, “deberías saber cómo me siento” o “deberías hacer esto de tal forma” son algunas de las frases que más solemos repetir cuando el otro no actúa de la forma en que nosotros creemos correcta. “Deberías” es una simple palabra que expresa nuestras expectativas de cómo creemos que deberían ser las cosas.

Muchas veces tenemos una idea preconcebida de qué es lo correcto o cómo deberían actuar los demás, y esto puede ser muy perjudicial. Puede hacer nuestra vida más difícil y provocar que juzguemos a los demás de una manera fría y cruel. Si elimináramos estas ideas de nuestra vida, nos permitimos ser más flexibles y adaptarnos a los obstáculos que nos pone la vida, aceptando que hay ciertas cosas que no podemos controlar.

Por supuesto, eliminar el “deberías” de nuestro vocabulario no quiere decir que tengamos que soportar cualquier tipo de situación, ni ignorar las red flags para quedarnos en una relación en la que el otro no nos trata como nos merecemos, pero sí intentar entender a los demás desde un punto de vista empático y en el que tengamos en cuenta el contexto de las actuaciones de los demás.

¿Cómo podemos librarnos de las expectativas que tenemos?

Si queremos deshacernos de alguna expectativa que nos está haciendo daño, es útil seguir una serie de pasos.

1. Elige esa expectativa que quieres abandonar. Por ejemplo, cuando creemos que la otra persona debe responder a nuestros de forma inmediata (Pista: todos tenemos vidas ocupadas y quizás no es algo personal contra nosotros). Es una expectativa que, seguramente, nos esté haciendo a nosotros más daño del que debería.
2. Tomar la decisión de no prestar atención a ella durante un tiempo determinado. Si nuestra pareja está fuera y no nos contesta, esforzarnos por no mirar el móvil de manera constante, mantenernos ocupados e intentar no pensar demasiado en ello.
3. Adoptar una mentalidad abierta. Se trata de aceptar que puede haber mil motivos por los que el otro no hace lo que queremos. En lugar de pensar que nuestra pareja debería hacer algo, pensar que en realidad es una preferencia personal nuestra. Es decir, nuestra pareja no tiene por qué contestar a nuestros mensajes de forma inmediata, sino que a nosotros nos gustaría que lo hiciese.
4. Preguntarnos a nosotros mismos qué es lo peor que puede pasar. Lo cierto es que la mayoría de estas expectativas que marcamos no tienen una gran influencia en nuestra vida ¿Qué nos pasará si esa persona no nos contesta en cinco minutos? A no ser que sea emergencia, la verdad es que nada.
5. Cambiar nuestra forma de actuar. En lugar de adoptar nuestro comportamiento habitual, se trata de responder de una manera distinta. Dejar de lado el enfado o la decepción, para seguir con nuestra vida y pensar que quizás el otro está ocupado, no puede coger el teléfono o simplemente no tiene ganas de hablar.
6. Pensar en el bien que puede hacernos el rebajar nuestras expectativas. Si nos enfadamos porque el otro no nos contesta, ¿quién es realmente la persona que se lleva el disgusto? Exacto, nosotros.

Trabajando en esto, con el tiempo, aprenderemos que hay ciertas expectativas que podemos rebajar o dejar de lado. Se trata de abandonar ciertas tendencias tóxicas y controladoras, además de esa idea de que hacer las cosas como nosotros las haríamos siempre es la mejor opción. Es la única manera de forjar relaciones sanas y que, con suerte, puedan perdurar en el tiempo.