Efectos de la posible reducción de jornada en las empresas

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Fue en el año 1983 cuando se estableció la última modificación del Estatuto de los Trabajadores con respecto al máximo de horas que conformaban una jornada laboral. Por aquel entonces el máximo era 42 en jornada continuada y subía a 43 horas semanales si se trataba de una jornada partida.

Esto dejó de ser así precisamente ese año, y desde entonces y hasta ahora, aunque no por mucho tiempo, la jornada completa máxima permitida por la ley es de 40 horas semanales.

No obstante, desde hace ya algún tiempo, el gobierno actual ha establecido con los Agentes Sociales un diálogo al respecto, basándose en algunos estudios que garantizan que una reducción de la jornada laboral progresiva podría significar la mejora de los índices de productividad.

¿De qué manera podría afectar esta medida, de la reducción de una jornada a un máximo de 38,5 horas para ese año del 2024, y un máximo de 37,5 de cara al año 2025? El análisis de cómo esto puede beneficiar a los trabajadores y a las empresas es la clave de que finalmente salga adelante.

¿Cómo puede afectar a los trabajadores la reducción de la jornada laboral?

Son muchas las voces que creen firmemente que la reducción de la jornada laboral de 40 horas semanales solamente traería ventajas a la vida de los trabajadores. Porque cada vez más la gente demanda una conciliación de la vida laboral y de la vida familiar, y porque una persona rinde más el tiempo que está trabajando cuando ha logrado tener el suficiente para descansar, divertirse y desconectar.

Pero es que además, según algunos estudios que intentan desgranar cómo sería la nueva ley, el salario mensual de todos los trabajadores subiría, porque simplemente seguiría siendo el mismo pero utilizando menos tiempo del día a día. Y en el caso de alguna persona que, por ejemplo, hubiese sufrido una reducción de jornada, ahora esta, de 20 horas semanales, supondría el 53,3% de la jornada total, y ya no un 50%. En ese caso el sueldo sería un 3,3% más alto del que se tenía anteriormente por el mismo trabajo.

¿Es beneficioso esto para las personas que trabajan para una empresa, de cualquier índole? Por supuesto, sobre todo porque la importancia de la salud mental para que las actividades del día a día en lo profesional puedan desarrollarse con empeño y concentración ya no es discutible desde ningún punto de vista.

¿Y qué pasa con las empresas?

A priori podría sacarse como primera conclusión que para las empresas una reducción de jornada laboral puede implicar una subida de los costes de producción, porque van a tener trabajadores con los mismos salarios y menos horas de trabajo. Pero este dato cambiaría en el caso de que se descubriese de que la productividad mejora cuando las personas están menos horas, y que se pueden cumplir objetivos de igual manera, invirtiendo menos tiempo.

Esto es lo que, de hecho, han arrojado los datos extraídos de pruebas reales en otros países de la Unión Europea. Por ejemplo en Dinamarca han aplicado una reducción de jornada laboral recientemente, y han confirmado las conclusiones que ya habían sacado antes otros países que habían hecho lo propio, como Francia, Bélgica o Islandia, en primer lugar y después otros como Países Bajos o Noruega.

La reducción de jornada parece ser una realidad cada vez más tangible, y si en otros lugares la han mantenido después de ponerla a prueba, probablemente sea porque está funcionando y está mejorando muchos aspectos.

Si algo saben las personas que se dedican a los recursos humanos es que los incentivos hacen que los trabajadores se impliquen más en los proyectos, y que si se consultan las encuestas al respecto, la mayoría de ellos considera esencial la conciliación de su vida laboral con su vida personal. Y de que esto sea facilitado por las empresas depende que mejoren sus contrataciones, siendo que este es otro de los grandes problemas a los que se enfrentan las Pymes, pero también su productividad y su evolución para convertirse en líderes de los diferentes sectores laborales que existen.

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