Adivina con qué artista dormimos esta noche

Pasillos y tabiques. Pasillos forrados que teletransportan al huésped a inicios del siglo XV, a mediados del XIX o a finales del XX. Básicamente al punto de los últimos 500 años que usted quiera. Alfombras voladoras que son una modesta y mullida máquina del tiempo.

Paredes que hablan… (y, en teoría, no es lo que se esperaría de un hotel, donde la discreción es primordial). Obras que guiñan el ojo al que pasa. Susurran “mírame”; preguntan “¿te gusto?”. Los pasillos y sus paredes son ese espacio entre la recepción y la habitación que casi siempre pasan desapercibidos de no ser por las placas que indican el camino. 

Cinco siglos de arte

La colección de los propietarios del hotel se caracteriza por explorar el punto de encuentro entre la pintura y la escultura

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Aquí, en el Majestic de Barcelona, la película es otra. Una parte considerable de la colección de arte que han ido formando sus propietarios durante décadas está a la vista del huésped y el visitante, habitaciones incluidas. La lista incluye obra de Eduardo Chillida, Jaume Plensa, José María Sicilia, Joan Hernández-Pijuan, Rafael Canogar, Richard Long o Richard Deacon.

Todos estos artistas contemporáneos comparten rincones y paisaje con los lienzos de Dionís Baixeras, la escultura de Eudald Serra o el retablo del siglo XV en el que Gonçal Peris Sarrià, maestro valenciano de la pintura gótica, representa al apóstol Santiago y a uno de sus discípulos. 

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© Carlos Garralaga /Colección Majestic Cabeza 1991 litografía de Rafael Canogar

Para hacer su colección más accesible, el hotel ha organizado visitas guiadas para el público en general por estancias, pasillos y (si no están ocupadas) las habitaciones que albergan obras mayores de Antonio Saura o Anish Kapoor.  El guía, Gonzalo Salaya, recorre los espacios donde abunda una pintura que se viste de escultura o una escultura que se instala cómodamente en el marco. Piezas que respiran, se oxidan y desafían categorías.

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El hotel está impregnado de la huella de la creación más salvaje: Picasso, Miró, Antoni Tàpies, Antonio Machado. En sus paredes, Alfonso Alzamora reinterpreta Las Meninas con una música oscura, tal vez heredada de su abuelo, el compositor Isaac Albéniz. La visita a estos 500 años de arte dura 45 minutos. Sí, el tiempo pasa volando si se viaja en alfombra mágica.

Destellos de la colección

Baixeras, Tàpies, Pijuan, Saura

La colección del Majestic empezó de manera natural. La familia empezó a comprar elementos decorativos: jarrones, alfombras y pinturas para las estancias del hotel. Pero fue en 1996 cuando la institución, abierta en 1918, apostó por el arte joven. Siguiendo el ejemplo del Hotel Gramercy de Nueva York, abrió 60 de sus habitaciones y las cedió a otras tantas galerías nacionales e internacionales que las llenaron de arte y sorpresa. Diez mil personas acudieron a la cita. 

Al año siguiente, el hotel dedicó cuatro de sus plantas como espacio expositivo  y laboratorio de ideas. Buena parte del grueso de la actual colección proviene de esos años. A continuación, algunas de las piezas más radiantes, curiosas e icónicas.

Dionís Baixeras (1862-1943)

Leyendo la carta

© Colección Majestic Leyendo la carta, de Dionis Baixeras

¿Dé donde viene la carta? ¿Quién la ha escrito? ¿El marinero, que se parece mucho a Fernando Fernán-Gómez, sabe leer? Parece, al menos, que sí sabe escuchar. Baixeras fue un pintor naturalista, influenciado por Millet, opuesto al modernismo boyante del momento y más interesado en retratar a las clases populares con sus oficios y vidas corrientes que a las clases burguesas y más pudientes de la época.

Alfonso Alzamora (1951)

Las Meninas (1996)

Una de las obras que más lucen en el hotel, colocada en la escalera principal de camino a la primera planta, revisita el clásico de Velázquez, luego el clásico de Picasso, de manera esquemática, con muy pocos colores, sin contexto histórico y con un punto escultórico. El hotel también cuenta la obra escultórica Suite Albéniz (Piano Suite I). El artista es, precisamente, bisnieto del compositor Isaac Albéniz.

Jaume Plensa (1955)

Monocrom XI (1990)

© Colección Majestic Monocrom XI de Jaume Plensa (1990)

Plensa es un artista que no necesita presentación y sin embargo, queda tanto por explicar de su trayectoria, de sus etapas prolíficas pero un poco eclipsadas por sus actuales esculturas gigantes, resultado de muchos años de investigación con la forja, la resina, el cristal…. En Monocrom, la escultura y la pintura se entremezclan  y se funden, una constante en la colección del hotel.

Joan Hernández-Pijuan (1931-2005)

Roturat IV (1997)

© Carlos Garralaga /Colección Majestic Roturat IV, obra de 1997 de Joan Hernández-Pijuan

Uno de los artistas más influyentes de finales del siglo XX, con la obra de Hernández-Pijuan dejó huella en muchos de los estudiantes que pasaron por sus clases en la Escola de Belles Arts de Sant Jordi y en la facultad de la Universitat de Barcelona. Su estilo es particular y muy reconocible con sus patrones de geometrías.

Antoni Tàpies (1923-2012)

Homenatge als 500 anys… 

© Colección Majestic Homenatge als 500 anys de llibres en català, de Antoni Tàpies, litografía sobre papel de 1974

A partir de los años setenta, Tàpies fue muy prolífico en su obra (papel, tela…) con fondo y forma reivindicativos avalando y apoyando el movimiento por la normalización de la cultura catalana y en oposición al régimen franquista. 

Eduardo Chillida (1923-2002)

Olympic Centennial (1992)

© Colección Majestic Eduardo Chillida ‘Olympic Centennial’. Carpeta para los JJ.OO. de 1992 de Eduardo Chillida

Chillida es ese artista que puede definirse por muchas cosas, por ejemplo por haber estado tres veces en la Bienal de Venecia y otras tres en la Documenta de Kassel. Maestro del trabajo en hierro, el artista es tan escultor como grabador, un tránsito de ida y vuelta entre las dos y las tres dimensiones que define su trabajo a la perfección y que encaja con la colección que indaga sobre la representación de la escultura en el papel.

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